Este hombre es un peligro

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“Con su ejemplo y sus palabras, el papa Francisco está dejando al descubierto algunas actitudes que, necesariamente, tienen que cambiar…”

Los modos, gestos y maneras de hacer del papa Francisco causan sorpresa, admiración, aplausos y simpatía. Hasta la famosa revista Time elige al Papa como la persona del año, pues está con la gente y quiere una Iglesia que cure heridas. También, en algunos ambientes, hay cierta reticencia y sospecha sobre los resultados prácticos en el futuro: ¡vamos a ver en qué para todo esto!

El mismo papa Francisco, en una de sus homilías en la misa de Santa Marta, reflexionaba sobre un texto del Evangelio en el que las gentes se escandalizaban por lo que hacía Jesucristo, que estaba con todos y hasta comía con los pecadores. Este hombre es un peligro, se decían, pues está arrastrando al pueblo detrás de él.

Es la música de la hipocresía, decía el papa Francisco. La de los que piensan que se desacraliza el ministerio por ocuparse de los pobres y de los más necesitados. Pero no hay que preocuparse, porque lo que escandaliza a unos es alegría para el Padre Dios, siempre lleno de bondad y de misericordia.

Con su ejemplo y sus palabras, el papa Francisco está dejando al descubierto algunas actitudes que, necesariamente, tienen que cambiar. Lo escribía en la exhortación Evangelii gaudium: hay que abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así” y tratar de ser audaces y creativos, repensar objetivos, estructuras, estilo y métodos evangelizadores. Con generosidad, valentía, sin miedo, en un sabio y realista discernimiento pastoral.

En el tradicional encuentro de todos los años, el Papa propuso a los universitarios romanos una serie de desafíos que se debían afrontar con fortaleza interior y audacia evangélica. No se puede claudicar ante la mediocridad, el aburrimiento y la monotonía, sino cultivar proyectos de amplio respiro y no dejarse robar el entusiasmo propio de la juventud, ni conformarse con quedar aprisionado por el pensamiento débil, uniforme, cayendo en una globalización homogeneizante.

Al defender la unidad se apoya también la diversidad. Ni dejarse condicionar por la opinión dominante, ni renunciar a tener una mente abierta que sabe discernir, con la luz de la verdad, del bien y de la belleza. “La pluralidad de pensamiento y de individualidad refleja la multiforme sabiduría de Dios cuando se acerca a la verdad con honestidad y rigor intelectual, cuando se acerca a la bondad, cuando se acerca a la belleza; así cada uno puede ser un don en beneficio de todos”.

El papa Francisco, siempre con un lenguaje cercano, cordial y lleno de espíritu evangélico, tiene un discurso que es, al mismo tiempo, conciencia crítica y exigente, y fuente de esperanza y de estímulo para la renovación permanente, tanto interior en la conversión personal, como en todos aquellos criterios de organización y estructuras que, más que ayuda, pueden llevar al anquilosamiento y la inoperancia.

El Santo Padre encandila a jóvenes y adultos con sus actitudes y palabras, siempre respetuosas, positivas, pero no por ello sin dejar de denunciar, y siempre de una forma precisa, contundente y enérgica, cuanto vaya en contra de la justicia y de la dignidad de las personas. Y es que la verdad y la fuerza del Evangelio le acompañan.

En el nº 2.878 de Vida Nueva.

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