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Fernando-Sebastián-P(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito de Pamplona-Tudela)

“Si los hijos de madre española casada son la mitad que hace 30 años, si casi la totalidad son hijos únicos o con un solo hermano, y si sólo la mitad son fruto de un matrimonio religioso, ¿qué posibilidades tenemos de que surjan vocaciones para la vida sacerdotal o consagrada?”


Los números a veces dan sorpresas. Veamos unos cuantos datos sobre la sociedad española actual. Disminuye el número de matrimonios. Si en 1970 se celebraron en España unos 240.000 matrimonios, en 2008 se han celebrado 190.000, y sólo un 60% de ellos han sido matrimonios religiosos. Actualmente, en una diócesis española los matrimonios civiles son más del 60%; en otras cuantas pasan del 50%. Los divorcios en el año 2000 no llegaban a 40.000. Ahora estamos en 130.000.

Los núcleos familiares se han reducido drásticamente. El 44% de los matrimonios no tienen hijos. El 43% tienen 1 ó 2 hijos. Solamente el 4% de los matrimonios tiene 3 o más hijos. Los abortos han crecido de 40.000 en el año 1991 a 112.000 en 2007; casi el 70% de las madres que abortan son solteras.

Decididamente, ésta es otra España. Si un 40% de los que se casan, se casan por lo civil, y otros muchos no se casan, hemos de pensar que, al menos el 50% de la población española prescinde institucionalmente de la Iglesia de manera consciente y estable. ¿Qué educación cristiana pueden tener los hijos de estos matrimonios? ¿Podemos seguir bautizándolos como hacemos con los hijos de los cristianos practicantes? Si los hijos de madre española casada son la mitad que hace 30 años, si casi la totalidad son hijos únicos o con un solo hermano, y si sólo la mitad son fruto de un matrimonio religioso, ¿qué posibilidades tenemos de que surjan vocaciones para la vida sacerdotal o consagrada?

De estos datos brotan dos conclusiones difícilmente cuestionables: 1ª, los católicos españoles tenemos que tomar conciencia de que en el conjunto de nuestra sociedad somos minoría. Tenemos que aprender a vivir como una minoría significativa, bien trabada, responsable y activa. Es conveniente clarificar las diferencias e intensificar el respeto y la convivencia. 2ª, Necesitamos cambiar la tendencia y comenzar a ser una Iglesia decididamente misionera, una Iglesia minoritaria que trata de convencer y ganar personas nuevas.

En el nº 2.677 de Vida Nueva.

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