Espacios ¿sacros?

FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural

“La arquitectura religiosa de la época contemporánea es buena prueba de la separación entre Evangelio y cultura”.

No hace mucho apareció en prensa la noticia de un posible futuro documento de la Congregación para el Culto Divino sobre la construcción de nuevas iglesias. Se pretendería ofrecer orientaciones para la arquitectura religiosa.

Cierto es que la arquitectura religiosa de la época contemporánea es buena prueba de la separación entre Evangelio y cultura. Por ello, la edilicia religiosa o bien se limitó a repetir modelos de un neogoticismo estereotipado, o bien rompió con la tradición constructiva clásica para modelar unos espacios pretendidamente modernos, en los que era imposible percibir una ruptura de nivel que hiciese sentir a quien se adentraba en una iglesia de reciente construcción la sensación de sacralidad y trascendencia.

Las notas que Vitruvio señaló que debía reunir una obra arquitectónica han desaparecido. La hermosura (venustas) ha sido sustituida por un nuevo lenguaje que precisa de una hermenéutica particular para transmitir la subjetividad del artista.

La firmeza (firmitas) se desvanece ante la mala calidad de los materiales utilizados y las prisas por construir. Y finalmente la utilidad (utilitas) se ve sustituida por un utilitarismo reduccionista.

Es necesario un replanteamiento profundo. Solo así, al entrar en una nueva iglesia, el espectador podrá dejarse inundar por una belleza que le trasciende y suscribirá la inscripción de la capilla arzobispal de Rávena: O la luz ha nacido aquí, o hecha prisionera, aquí reina libremente.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

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