El sueño se hizo realidad

La toma de posesión, el 20 de enero, de Barack Obama como el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos supone la culminación no sólo del sueño americano que ha hecho grande a esa nación, sino también el de otro sueño, el de Martin Luther King, que suponía poner fin al orillamiento criminal y vergonzoso al que los fundadores y sus descendientes obligaron a la población negra y a las otras minorías del país. Pero la llegada de este joven presidente al puente de mando de la todavía primera potencia mundial ha conseguido infundir esperanzas no sólo entre sus fronteras, sino en buena parte del mundo tras la gestión de un George W. Bush cuyo mandato presidencial ya es considerado como uno de los peores de la historia.

Inevitablemente, la alegría de estos días no durará siempre. El nuevo presidente demócrata ha de enfrentar cuanto antes graves problemas que bien pudieran comprometer esta primera legislatura, como el de buscar soluciones a la primera gran crisis económica global. Algunas promesas electorales se quedarán, sin duda, por el camino. Llegará el desencanto y será el momento de ver si el cauce de credibilidad que ha cosechado con su nueva forma de enfocar los problemas le permite sortear las dificultades y sacar adelante su proyecto. Hoy, el mundo, o buena parte de él, le recibe con el ánimo de dar vida al eslogan que alfombró su llegada a la Casa Blanca: “Juntos podemos”.

En el nº 2.645 de Vida Nueva.

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