El Sínodo de la Familia: guía para perplejos

La ‘Evangelii gaudium’ ilumina la VIII Semana de Pastoral de Salamanca

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JOSÉ LUIS GUZÓN (DIRECTOR DEL INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA FAMILIA UPSA-SALAMANCA) | El papa Francisco, antes de concluir su primer año como pontífice, sorprendió convocando un Sínodo sobre la Familia en el contexto de la nueva evangelización.

Un sínodo, o dos, pues el documento preparatorio propone dos etapas: una “Asamblea General Extraordinaria de 2014, ordenada a delinear el status quaestionis y recoger testimonios y propuestas de los obispos para anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de la familia” y otra “Asamblea General Ordinaria de 2015, para buscar las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia”. Dado el interés suscitado, conviene mirar con perspectiva esta convocatoria y encuadrarla en la historia de la teología matrimonial posconciliar.

En primer lugar, este Sínodo hay que enmarcarlo en la trayectoria conciliar de una Iglesia que va descubriendo la importancia de la familia como agente evangelizador y como escuela de humanismo (Gaudium et Spes, 52). El “giro pastoral” que el Concilio Vaticano II supone para la vida cristiana en general, lo es también para la familia, y nos ofrece una renovada teología del amor, el matrimonio y la familia, que ha sido el fundamento de las reflexiones teológico-pastorales del posconcilio.

Otro hito importante en este camino fue la celebración, en el año 1980, del Sínodo sobre la Familia. La posterior publicación de la exhortación apostólica Familiaris consortio, de san Juan Pablo II, convirtió este documento en estímulo de la pastoral matrimonial y familiar durante las dos décadas siguientes. En 1983, Juan Pablo II hacía pública la Carta de los Derechos de la Familia, que respondía a un voto formulado por el Sínodo, destinada a ser presentada a los organismos y autoridades interesadas.

Otras aportaciones del magisterio de Juan Pablo II a la teología del matrimonio y la familia cristiana aparecen compendiadas en su gran síntesis teológica: Teología del cuerpo, una serie de 130 catequesis impartidas entre 1979 y 1984.

Por otra parte, durante el pontificado de Benedicto XVI, encontramos más de setecientas intervenciones subrayando la relevancia teológica y social de la familia en el mundo de hoy.

También Francisco invita a centrar nuestra atención en la familia, “célula básica de la sociedad”, “lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos” (Evangelii gaudium, 66). El 2 de febrero enviaba una carta a las familias subrayando la importancia de este Sínodo.

En España, el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España (2003) recoge estos nuevos aires y, aunque hace una propuesta valiente y hasta “profética” en relación con la necesidad de presentar la verdad y la belleza de la familia, desgraciadamente es poco conocido por los agentes de pastoral y escasamente valorado y aplicado. Su novedad claramente está en presentar la pastoral familiar con una dimensión esencial de toda evangelización:

Este Directorio plantea una pastoral familiar concebida como una dimensión esencial de toda evangelización: se trata de cómo la Iglesia es fuente de vida para las familias cristianas y, a su vez, cómo las familias cristianas son protagonistas de la evangelización de la Iglesia. (DPF 3)

Resuenan en este Directorio importantes ecos de otro documento anterior muy significativo de la Conferencia Episcopal Española (CEE): la instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (2001).
 

Abiertos a la esperanza

¿De dónde, pues, la “perplejidad”? Con esta trayectoria no cabría otra cosa que el optimismo de cara al futuro. Sin embargo, cuando ya está próxima la fecha de comienzo del Sínodo, una cierta perplejidad se ha extendido entre los fieles, que contrasta con la efusiva recepción de los planteamientos iniciales del Sínodo. ¿Qué hemos hecho de los flamantes documentos previos, el Documento Preparatorio (39 preguntas) o del Instrumentum laboris (24 de junio de 2014) con su realismo esperanzado? ¿Se han trabajado? ¿Hay voluntad de apostar por una renovación de la familia? Por consiguiente, ¿se ha podido pulsar el pensamiento del pueblo? Las preguntas pueden quedar por ahora en el aire esperando ser recogidas en mejor síntesis. Una vez más, la articulación de protagonistas múltiples en la comunión eclesial ha tenido que ser llevada a cabo en medio de profundas transformaciones y tensiones ideológicas, culturales y sociales. No ha resultado fácil.

No obstante, en el camino recorrido encontramos una buena base para delinear los presupuestos del Evangelio de la familia, así como las dificultades reales por las que atraviesa en medio de nuestro mundo y, por encima de todo, una actitud de discernimiento, abierta a la esperanza providente.

En el nº 2.911 de Vida Nueva

 

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