El placer de conocer Bilbao

El Museo de Arte Sacro organiza visitas guiadas por el casco viejo de la ciudad

(Juan M. Castelblanque) Miles de personas vuelven a posar sus miradas en los tesoros de Bilbao gracias a la segunda edición del programa de visitas guiadas Déjanos GuiARTE, promovido por el Museo Diocesano de Arte Sacro. Una iniciativa de la que se beneficiaron en su primera edición 5.000 personas, “siendo la campaña de difusión del casco viejo de la ciudad más demandada por el público”, señala Juan Manuel González, director del Museo.

Las visitas, que se alargarán hasta finales de agosto, ofrecen cuatro itinerarios diferentes: circuito por el casco viejo, la Catedral de Santiago, las iglesias de los Santos Juanes y de San Nicolás y el Museo Diocesano de Arte Sacro. “Los tres primeros paseos explican el urbanismo de la villa y los principales edificios del casco histórico, la cuarta visita ofrece un recorrido por 800 años de arte vizcaíno”, matiza Raquel Cilla, responsable del departamento de Educación y Acción Cultural del Museo.

Quien apueste por el circuito del casco viejo comenzará su visita en el Arenal, conocido lugar de esparcimiento de la ciudad, ­enmarcado por la iglesia barroca de San Nicolás y el ­teatro Arriaga. A través de la Plaza Nueva, el gran espacio público del Bilbao decimonónico, ­llegará a los Santos Juanes, antigua iglesia jesuítica.

Siguiendo el límite de la muralla, pasará junto a la iglesia de San Antón, cuyos restos arqueológicos asoman al primer Bilbao. A su alrededor observará el antiguo Ayuntamiento, el Consulado, el puente, el puerto y el mercado. Por los arcos de La Ribera y Belosticalle alcanzará la Catedral de Santiago, punto neurálgico de la vida religiosa de la ciudad.

El segundo itinerario permite disfrutar de un templo gótico de tres naves construido sobre las cenizas de una antigua iglesia incendiada en 1374. El edificio se completa con la sacristía y un claustro. En el exterior, el pórtico, en su día espacio de comercio, contribuye a soportar el peso del edificio construido sobre terrenos de arenales. Y para terminar, la portada principal, alzada en clave revivalista a fines del siglo XIX, rememorando el gótico original. “Una catedral que debe su nombre a que la ruta costera del Camino de Santiago tenía una de sus escalas en Bilbao, por lo que la villa dedicó al Apóstol su principal templo”, recuerda Cilla.

Por su parte, la iglesia de San Nicolás es uno de los mejores conjuntos del barroco vizcaíno, “gracias, en gran medida, a la calidad de los artistas que rehicieron el templo en el siglo XVIII. Y es que, no en balde, San Nicolás fue siempre la predilecta de los ediles locales para sus actos públicos”, indica González.

Cerca queda la iglesia de los Santos Juanes: el Bautista y el Evangelista. Aunque hasta 1767 fue el colegio jesuítico de San Andrés. Clásica y sobria por fuera, por dentro derrocha blancura en sus paredes y dorado en sus retablos.

La última de las rutas permite admirar el arte en Vizcaya desde el románico hasta la actualidad. A través de las obras expuestas en las salas del Museo, el visitante puede rastrear los gustos estéticos de los vizcaínos, su capacidad económica a la hora de encargar obras o su generosidad cuando se hallaban lejos de sus lugares de origen. “La exposición es de una notable calidad, pero hay piezas o conjuntos que destacan: los alabastros góticos ingleses, las esculturas de Beaugrant y La Roldana, los lienzos de Lucas Jordan, Carnicero, Paret, Vicente López o Romero de Torres”, afirma Cilla. Sin duda, un viaje por la historia de Vizcaya que sorprende siempre a sus visitantes.

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