El pastor de una Iglesia acogedora

JOSÉ MARÍA ALVIRA, secretario general de Escuelas Católicas |

¿Qué papa podemos desear o soñar? Quizá sea un atrevimiento hacer un retrato del ideal que esperamos. Hay que dar cabida al Espíritu para que nos sorprenda, incluso más allá de nuestras expectativas. Pero, mientras tanto, no es malo imaginar lo que nos gustaría. Con esas disposiciones, me atrevo a expresar unos deseos.

Me gustaría que el nuevo papa fuera alguien que ayudase a la Iglesia a situarse en el mundo que nos toca vivir y, así, poder hacer presente en todas partes el mensaje del Evangelio del modo más adecuado.

Es decir, que conozca a los hombres y mujeres de hoy, sus inquietudes y problemas, sus alegrías y esperanzas; que sea sensible a sus necesidades y sepa tener hacia la humanidad una mirada compasiva; que anuncie un mensaje de esperanza; que a los creyentes nos ayude a ver –y así lo podamos presentar ante quien no cree– el rostro de un Dios cercano, misericordioso e interesado por cada uno. En definitiva, que, por encima de todo, nos ayude a vivir y transmitir el contenido de nuestra fe cristiana como lo que es: una buena noticia.

Me gustaría contar con un papa dispuesto a impulsar
el papel que la mujer y los laicos deben desempeñar en la Iglesia;
que contribuya a que esta sea acogedora y punto de referencia
para todos, incluso para los que no pertenecen a ella.

Esto supone conocer y sintonizar con la cultura –las culturas– de hoy y estar dispuesto a entrar en diálogo con ellas con una voz autorizada y reconocida. Así, podrá dar motivaciones renovadas a quienes trabajan en la promoción y la educación de las personas; podrá también reforzar la acción de la Iglesia en el compromiso por erradicar los males que afligen a gran parte de la humanidad: la pobreza, la violencia, la injusticia, la falta de libertad.

Me gustaría contar con un papa dispuesto a impulsar el papel que la mujer y los laicos deben desempeñar en la Iglesia; que contribuya a que esta sea acogedora y punto de referencia para todos, incluso para los que no pertenecen a ella.

Un pastor, en fin, que sepa hacernos dirigir la mirada no hacia él, sino hacia Aquel que puede dar sentido a todo y renovar la humanidad desde lo más profundo.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

ESPECIAL WEB: CÓNCLAVE 2013

Compartir