El Papa y los jóvenes, tan cerca, tan lejos

Cristina Cabrejas, periodista de la Agencia EFE

Cristina Cabrejas, periodista de la Agencia EFECRISTINA CABREJAS | Enviada especial de la Agencia EFE a Cracovia

El papa Francisco ha sabido conectar con los jóvenes en esta Jornada Mundial de Juventud (JMJ) de Cracovia, ha sabido llegar a los millenials, esta generación que se comunica con las nuevas tecnologías y conoce el mundo a través de las pantallas de sus móviles y, para ello, ha usado su mismo lenguaje.

Francisco reconoció en el avión en el que regresaba de Cracovia que sus discursos se inspiraban en el diálogo que de vez en cuando mantiene con los jóvenes, “con quienes me gusta hablar, porque tienen mucho que enseñar”.

Y por ello, en sus catequesis Jorge Mario Bergoglio les recordó que para hablar con Jesús no se le puede mandar “un mensajito”, o que la oración fuera lo primero que hicieran antes de ponerse “a chatear”, o que el “Evangelio fuera su navegador”. A los jóvenes que le escucharon en Cracovia les tocó profundamente un Papa que usaba su lenguaje o que, como si fuera un padre de verdad, les dijese que era hora de levantarse del sofá y dejarse de videojuegos para vivir la vida y construir un futuro mejor.

Los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia han valorado esa cercanía de sus discursos, esa cercanía de su lenguaje coloquial, y el papa Francisco les ha llegado así al corazón. Una pena en esta JMJ es que esa cercanía no fuera también física. La rígida organización polaca –se cree que por motivos de seguridad, aunque vaya a saberse el motivo– construyó los altares desde donde el Papa se dirigió a los chicos rozando las nubes. En el Campo de la Misericordia, entre los espacios de seguridad, las áreas destinadas a las delegaciones y las de los sacerdotes, los verdaderos protagonistas, los jóvenes, se encontraban a kilómetros del altar.

Faltaron momentos de verdadero calor humano entre el Papa y los jóvenes –en la última Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro no fue así– y a Francisco esto se le notó. Tanto que en el estadio Tauron Arena, ante los 20.000 voluntarios de esta JMJ, Francisco se olvidó del discurso y volvió a ser el Francisco del “hagan lío” de Río de Janeiro.

Publicado en el nº 3.001 de Vida Nueva. Ver el sumario

 


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