El nuncio dibuja una nueva etapa en España

(Juan Rubio)

El nuncio Renzo Fratini celebra su primera recepción pública con motivo del Día del Papa. Nombrado en agosto, llegó en octubre y tuvo que esperar hasta enero para presentar sus cartas credenciales junto a los nuevos embajadores de Eslovaquia, Panamá, Reino Unido y Ghana, en la corte de su Majestad Católica. ¡God save de King! Era costumbre que el decano del cuerpo diplomático acudiera solo a este pintoresco acto, deslucido por una nevada madrileña. Había que esperar a que hubiera varios embajadores para hacerlo en “comandita”. Moratinos dixit. ¿Afeites de la nueva cosmética laicista?, ¿castigo a una díscola Iglesia española en la cara del nuncio? De todo un poco. Mientras tanto, este italiano de las Marcas esperó con suave sonrisa. Fratini, de sesenta y seis años, procedía de Nigeria y había sido antes nuncio en Pakistán, Indonesia y Timor Oriental. Llegaba al corazón de la Alianza de Civilizaciones. Con él volvían los italianos, tras el paréntesis del húngaro Lajos Kada y el portugués Monteiro de Castro. La cadena italiana aseguraba su eslabón: Tagliaferri, Dadaglio, Inocentti, Riberi, Antoniutti, Cicognani, Tedeschini, etc.

Le espera una etapa crucial, como la fue la de Mario Tagliaferri, enviado por Juan Pablo II para frenar la deriva laicista de España, apoyado por el cardenal Ángel Suquía. Todo un trípode que se marcó como objetivo un nuevo perfil de la Iglesia española. Un tema preocupante para Wojtyla, como le dijo en una audiencia al cardenal Tarancón. En esos días también recibió al cardenal Bueno Monreal. De lo que le dijera al arzobispo sevillano, nada se sabe, pues a la salida de la audiencia, el cardenal perdió el habla. A Tarancón le fue aceptada ipso facto la jubilación por edad.

A Fratini le corresponde ahora afrontar el relevo en importantes diócesis y la provisión de otras vacantes para las que anda trenzando ternas. El futuro aún no está escrito, pero ya se está dibujando, y las cábalas que se hacen es si Fratini será convidado de piedra o muñidor eficaz con autonomía. Es pronto para juzgar su labor al frente de esta legación pontificia, establecida en España de forma permanente en 1528, tras el sacco di Roma perpetrado por las tropas alemanas y españolas un año antes. A las puertas están las elecciones de marzo a la presidencia de la Conferencia Episcopal Española. ¿ Relevo en la sala de mandos? ¿Prórroga al Cardenal, a quien sólo le interesa ya la Jornada Mundial de la Juventud, que quiere celebrar como presidente? Al nuncio le cabe la gran responsabilidad de devolver al Episcopado español un perfil adecuado para liderar a comunidades diocesanas destempladas, que viva en comunión afectiva y efectiva, con obediencia creativa, fajado para dialogar con el mundo y capaz de ilusionar a los sacerdotes y laicos. Le corresponde, igualmente, suavizar las relaciones con un Gobierno que necesita interlocutores válidos y ajenos a las banderías, defendiendo la verdad que la Iglesia propone y dignificando un papel, como el del nuncio, que en algunas mentes eclesiásticas es obsoleto, como suelen proclamar cuando sus decisiones no son de su cuerda o cuando sus gestiones no son favorables a otros planes. Me permito recomendarle al nuncio repasar la historia de su antecesor  Tedeschini en los años de la II República.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

Publicado en el nº 2.713 de Vida Nueva (del 26 de junio al 2 de julio de 2010).

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