El múltiple rostro de Cristo

(Antonio María Calero, SDB-Teólogo salesiano de Sevilla) En el Pliego de Vida Nueva del pasado 6 de octubre (2007) se hizo una presentación de Cristo desde la perspectiva de la misericordia. Llama la atención la portada misma del Pliego: cerca de doscientos rostros distintos de Cristo. Es una expresión gráfica de la múltiple percepción que de la figura de Jesús han tenido distintas culturas a lo largo de la historia.

El fundamento de semejante fenómeno es su condición humana. Según la fe de la Iglesia, Cristo no es sólo verdadero Dios, sino también verdadero hombre. Por defender la dimensión humana de Jesús luchó larga y valientemente la Iglesia durante los primeros siglos de su historia frente a corrientes de pensamiento para las que la Encarnación de Dios en un hombre era sencillamente imposible: o era Dios o era hombre, pero no las dos cosas a la vez y en igualdad de objetividad.

Precisamente esa condición humana ha hecho posible el proceso de  “inculturación de Cristo”. Gracias a ella es posible hablar no sólo de un Cristo bizantino, románico, gótico, renacentista o moderno, sino también de un Cristo asiático, latinoamericano, o africano. Cristo no es una valiosa pieza de museo: es Alguien contemporáneo con la cultura de cada pueblo, de cada época, de cada generación y, por bien decir, de cada hombre.

Cristo se presenta, porque así lo es, como el Salvador de todos los hombres y de todo el hombre. Y como quiera que la salvación que necesita el hombre tiene múltiples facetas, Cristo, el Salvador, asume formas diversas para salvar al hombre “desde dentro”: no como alguien que actúa a distancia y desde fuera, sino como el que, gracias a su auténtica humanidad, ofrece solidariamente al hombre de cada época y de cada cultura la salvación que necesita.

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