El elefante y la hormiga

(Lucía Ramón Carbonell– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia)

“Las Iglesias de Oriente piden nuestra ayuda, pero también es mucho lo que pueden ofrecernos. También el elefante puede aprender de la hormiga. El Sínodo es una oportunidad de crecer para toda la Iglesia”

El Sínodo de Oriente Medio es un acontecimiento de gran importancia para toda la Iglesia. En primer lugar, Benedicto XVI ha dado un nuevo impulso al Ecumenismo al convocar y propiciar este encuentro y al incidir en que la supervivencia de estas Iglesias depende en gran medida de que se comprometan seriamente en el camino ecuménico. El Sínodo es también una oportunidad para que las Iglesias de Occidente tomemos conciencia de la importancia de la defensa de la libertad religiosa y de las urgentes necesidades de estas comunidades milenarias, cuya supervivencia también depende de nuestra capacidad de solidarizarnos con ellas.

Por otra parte, frente a una visión monolítica del cristianismo, las Iglesias orientales son una muestra viviente de la riqueza y de la pluralidad que se ha dado en el cristianismo desde los orígenes. También de la necesidad de no convertir esa legítima pluralidad en motivo de divisiones y enfrentamientos.

Por último, su realidad minoritaria y su presencia en países en los que predominan otras religiones convierte a estos cristianos –que no constituyen más de seis millones de creyentes dispersos desde el Líbano hasta la India– en interlocutores privilegiados para el diálogo con otras culturas y religiones. Ellos conocen bien los obstáculos para la convivencia pacífica y el diálogo, y, a pesar de que en muchos lugares sufren persecución, a menudo son agentes de paz y solidaridad en los puntos más calientes del planeta. Las Iglesias de Oriente piden nuestra ayuda, pero también es mucho lo que pueden ofrecernos. También el elefante puede aprender de la hormiga. El Sínodo es una oportunidad de crecer para toda la Iglesia.

En el n º 2.726 de Vida Nueva.

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