El diálogo con lefebvristas

JUAN RUBIO | Con los seguidores de Lefebvre se estableció un diálogo en el que Benedicto XVI confió hasta el punto de dar el primer paso de una rehabilitación contestada. En Francia se echaron las manos a la cabeza, aunque callaron por prudencia y sentido de la comunión. Los cambios, lejos de unir, parece que separan más. Se les pedía un cambio prioritario: la aceptación del Vaticano II.

Ellos siguen alineados con las tesis conciliares  perdedoras. La Comisión Ecclesia Dei ha venido trabajando con denuedo y con cambios importantes. El Vaticano hace gestos no correspondidos, mientras cierto hartazgo se aprecia ya en sus responsables. Cuando se ve esto, nos preguntamos si se está haciendo el mismo esfuerzo de diálogo y entendimiento con grupos que asumen el Vaticano II, que quieren sentarse a dialogar y que están cansados de esperar que sus propuestas sean escuchadas, por muy descabelladas que sean, como lo son las de los seguidores del obispo Lefebvre.

No estoy de acuerdo con la llamada a la desobediencia de los sacerdotes austriacos. Veo débiles sus argumentos, pero más débiles son los lefebvrianos. Austria abre una oportunidad para ampliar la Comisión Ecclesia Dei.

En el número 2.767 de Vida Nueva

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