El Año de la fe, ¿en los pasos de la primera Iglesia?

PRIMITIVO OLIVER | En el siglo pasado, alguien, en Alemania, dijo: “El cristiano del siglo XXI o será místico o no será”. En el momento actual, en el comienzo del Año de la fe, ante un programa de renovación de la Iglesia, más o menos forzada ante una perspectiva de increencia creciente en las sociedades de antigua raigambre de fe católica, ¿una proclamación de nueva evangelización no tendrá que ubicarse en los pasos de la primera Iglesia? ¿No tendremos que acudir de nuevo a los Hechos de los Apóstoles?

¿Qué es lo que motiva la primera comunidad? ¿Cómo abre Pedro la tienda para colocar sus productos? “Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros, en el Nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

En Alemania sonó una frase que hizo fortuna: “La religión es el opio del pueblo”. Pero su autor podría haber añadido que no hace daño al cerebro, ni al hígado, ni por supuesto al bolsillo. ¿Tiene alguna relación el opio con la religión? Carlos Marx no era tonto: algo tuvo que ver. Cuando los apóstoles salen del Cenáculo después de la experiencia del Espíritu Santo, en la calle se comenta: “Están borrachos”. Hoy diríamos que fumados… No iba tan equivocado el alemán.

¿Qué les pasó entonces a esos galileos? Habían recibido dentro de ellos algo nuevo: el Espíritu Santo. Este es el protagonista de la primera comunidad cristiana. Sin Él, nada hubiera sido igual. La consecuencia de esta secuencia es que, si queremos evangelizar de nuevo, no hay otro camino. Nuestros futuros creyentes deben tocar con sus manos lo que hay en Gálatas 5, 22. Después de limpiarse las manos de lo que hay en Gálatas 5, 19-20.

En el nº 2.823 de Vida Nueva.

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