El abuso de la tierra en Zimbabwe

ANTONIO LLAMAS – LUIS M. GUERRERO, misioneros claretianos en Zimbabwe | La tierra en Zimbabwe ha sido desde la época colonial motivo de abuso, y lo sigue siendo en nuestros días. Antes de la independencia, durante los años 60 y 70, Ian Smith les quitó literalmente la tierras a los indígenas zimbabwanos y los trasladó como quien traslada animales a lugares inhóspitos y habitados por fieras, malaria y mosca tse-tse.

Con estos grupos es con los que realizamos hoy nuestro trabajo pastoral en el norte de Gokwe, cerca del lago Kariba. Se les dio a los blancos las mejores tierras, las más productivas, y estos empezaron a hacer de Rodesia el granero de todo el sur de África. Cuando por fin se produjo la liberación y el Gobierno de Mugabe llegó al poder, no se tomaron medidas para la reforma de la tierra e, incluso, durante los años 80, el presidente siguió vendiendo tierras a colonos blancos o arrendándolas por largos períodos de tiempo.

A menudo, colonos sin escrúpulos que vinieron a hacer dinero, sin interés por nada más y sin ninguna preocupación ecológica, tomaban las tierras y las hacían producir hasta dejarlas totalmente empobrecidas.

A finales de los 90, Mugabe vio peligrar su mandato, pues la oposición empezó a ganar poder y más adeptos; perdió el referéndum para la reforma de la Constitución y sintió la amenaza de los veteranos de guerra, que querían las tierras por las que habían luchado. Por otro lado, el acuerdo firmado con el Ejecutivo de Tony Blair para la reforma agraria nunca se llevó a cabo, sobre todo por la corrupción, instalada en aquel momento en el Gobierno de Mugabe.

Todo ello hizo que el mandatario diera un giro a su gobierno e incitara a la invadir las granjas de los blancos, algunas de ellas vendidas por el propio Mugabe con fines puramente políticos y para mantenerse en el poder. Esta estrategia no parece que diera resultados positivos. Los que vivimos aquí padecimos los peores años de nuestra estancia en Zimbabwe, cuando el que fuera el granero del sur de África padecía escasez de alimentos y tenía que importar maíz (alimento básico en la dieta zimbabwana).

En estos momentos, esas tierras están sufriendo otra vez el abuso, pero no desde el sector de la agricultura, sino desde la minería. De nuevo, colonos con intención de hacer dinero vinieron y siguen viniendo para exportar los diamantes, el granito o el platino, pagando a nuestros mandatarios, pero sin que beneficie al desarrollo del pueblo o de la zona afectada y sin ninguna preocupación por la conservación del medio ambiente.

Toda esta situación, unida a la corrupción gubernamental, está llevando a una emigración en busca de mejores medios de vida, especialmente entre los mas jóvenes y preparados del país. Los que se quedan se ven abocados a padecer las hambrunas periódicas debido a los cambios climáticos, a lo que se suma una tiranía pintada de ideología revolucionaria, donde el miedo a expresarse es una realidad sentida y sufrida por el ciudadano de a pie.

Por todo ello, denunciamos la explotación que las compañías internacionales están haciendo de este continente para sanear sus propias economías, sin tener en cuenta ni a África ni a los africanos, y a nuestros líderes, que, siguiendo los mismos principios de explotación, usan a sus propios pueblos y tierras para equipararse con los líderes europeos o americanos a los que tanto critican. Esta situación, por otra parte, deja al ciudadano impotente, pues todo se cuece en las altas instancias y cualquier oposición o crítica es reprimida con dureza.

En el nº 2.757 de Vida Nueva.

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