Dios toca la realidad del hombre

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

Es el estilo de Jesús. El Evangelio está lleno de imágenes en las que Jesús toca al hombre, toca la realidad humana. Un ciego, un paralítico, un cojo, un despreciado, porque puede contagiar su pobreza; incluso toca la misma muerte. La presencia de Dios en Jesús es una caricia que levanta al hombre de su postración.

Es la voluntad de Dios, es el misterio de la Encarnación. Dios se hace hombre para compartir su condición y su existencia con el hombre. No finge, no se disfraza, es verdaderamente humano. Ser hombre supone y exige vivir con los hombres; y vivir es mucho más que estar al lado del otro. Es, sobre todo, compartir, identificarse, negarse a sí mismo; es dar corazón y recibir corazón.

Pues si este es el querer de Dios y el estilo de Cristo, los cristianos tenemos el camino marcado. Tenemos que tocar la realidad.

No son suficientes los grandes estudios ni los clarividentes diagnósticos de la realidad. La realidad hay que tocarla, hay que bajar a la calle y sentarse con el hombre para escucharlo y comprenderlo. El amor nace de la cercanía, del conocimiento, es el fruto del camino que hemos hecho juntos. La realidad en la cercanía compartida es más real, más auténtica, más comprometida.

No podemos mirar al hombre ni al mundo desde una pantalla, un estudio o un plan perfectamente trazado. Lo verdadero, lo más hermoso, es vivir piel con piel la existencia. Cuántas veces confundimos la realidad con nuestras interminables reuniones, en discusiones que hoy no son del sexo de los ángeles, pero más o menos, en teorías que sirven para poco. Tocar la realidad es el estilo de Jesús, y es lo que nos da vida, además de un sano realismo.

Publicado en el número 3.012 de Vida Nueva. Ver sumario

Compartir