Demagogos y populistas

Jesús Sánchez Adalid(Jesús Sánchez Adalid– Escritor y sacerdote)

“Los demagogos no tienen color definido, ellos pueden adoptar el ropaje que mejor les convenga de acuerdo a la necesidad coyuntural (…) Lo que menos les interesa es el pueblo, sino mantenerse en el lomo del poder a cualquier precio”

La ventaja de leer a los clásicos es que nos recuerdan lo poco original que es el mal y con qué facilidad se repite en la historia. Cuando hace 2.500 años Aristóteles nos advertía del peligro de los “aduladores del pueblo”, es decir, de los demagogos, hablaba de un riesgo muy real y muy actual. Estos personajes, a través de la manipulación de las conciencias, consiguen convencer de que sus rivales son enemigos del pueblo, neutralizando de esta manera toda oposición hasta hacerse dueños de la opinión y de las normas. El historiador griego Polibio también reflexionaba al respecto: “Como la masa del pueblo es inconstante, apasionada e irreflexiva, y se halla además sujeta a deseos desenfrenados, es menester llenarla de temores para someterla”.

Los demagogos no tienen color definido, ellos pueden adoptar el ropaje que mejor les convenga de acuerdo a la necesidad coyuntural. Pueden aparentar ser de izquierda, derecha, centro o finalmente de ningún lado preciso. Es muy difícil encasillarlos en alguna tendencia política, porque, sencillamente, no poseen bases políticas sólidas. Lo que menos les interesa es el pueblo, sino mantenerse en el lomo del poder a cualquier precio.

En Iberoamérica, eso que se ha dado en llamar “populismo” ha adoptado una desconcertante amalgama de posturas ideológicas. Izquierdas y derechas recurren por igual al conjuro de la palabra mágica: “pueblo”. Los extremos se tocan, son cara y cruz de un mismo fenómeno político cuya caracterización es la pura demagogia. En esto, el “maestro”a imitar es el venezolano Chávez

Ahora le toca a Honduras. A ver en qué queda todo esto…

En el nº 2.668 de Vida Nueva.

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