Del por qué, a las gracias

(José María Avendaño Perea– Vicario General de la diócesis de Getafe)

“Murió Sonia cuando en ese matrimonio estaba amaneciendo; de repente se hizo de noche. Brotaban gritos y llantos de ¿por qué?, ¿por qué, Señor?, ¿por qué son así las cosas? (…) Al mismo tiempo, surgen motivos  para dar gracias a Dios, y a Sonia: sus detalles cotidianos de amor y ternura…”

Ha fallecido mi prima Sonia repentinamente. Tenía 35 años. Creía y vivía como cristiana. Su esposo es Martín, el día 4 de julio cumplirían cuatro años de matrimonio. Manifestaban con gozo la espera del hijo tan deseado, pues desde hacía dos semanas estaba embarazada. Era la cartera del pueblo en el que vivían.

Nos quedamos conmocionados y sumidos en el dolor. Se desbarataron los planes. Murió Sonia cuando en ese matrimonio estaba amaneciendo; de repente se hizo de noche. Brotaban gritos y llantos de ¿por qué?, ¿por qué, Señor?, ¿por qué son así las cosas?

Desde la oración del corazón desgarrado se clamaba a Dios. En el grito de Jesús en la Cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y en la oración solidaria y fraterna encontramos la paz.

La oración de estos días no es un desafío a Dios, sino expresión del  sufrimiento, de nuestra fe en Él, en el espesor de la vida, dentro de las incomprensiones. Creemos en la bondad de Dios y en su amor por sus hijos, “aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros”.

Al mismo tiempo, surgen motivos  para dar gracias a Dios, y a Sonia: sus detalles cotidianos de amor y ternura, en su familia y en el trabajo, facilitando las pequeñas cosas, eran concreción del amor, llevando esperanza y sonrisas por donde pasaba.

Ha muerto una cartera, y su última entrega de cartas la ha hecho con sus órganos. Ha llevado buenas noticias a otras vidas fatigadas, entre ellos a ese joven que vive gracias a su corazón.

A pesar de todo, y con un nudo en la garganta, afirmamos que la vida es hermosa y que existen razones para dar gracias, cada instante, por las maravillas que Dios nos regala para que tengamos vida eterna, aunque ahora sea de noche.

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