La verosimilitud de la propia vida
“Hace unos días, un amigo, procedente de un país del llamado Tercer Mundo, recorría con nosotros las calles de Madrid y exclamaba, lleno de estupor: ‘¡Y decís que estáis atravesando una terrible crisis económica!’”. “Millones de ciudadanos del mundo entero se ‘matarían’ por recoger lo que nosotros tiramos cada día a la basura. (…) Hoy, los pueblos hambrientos ya casi ni se atreven a pedir pan. Sólo gritan con sus muñones de vida levantados: ‘¡Ayúdanos a tener esperanza!’. Piden que ofrezcamos algún signo que muestre la verosimilitud de la propia vida. Porque hemos llegado a hacer la vida inverosímil”.
En el nº 2.693 de Vida Nueva.