Falta esperanza
“En las circunstancias en que vivimos, corremos el peligro de que nuestra Iglesia se convierta en refugio de decepcionados que busquen entre sus muros seguridades y luces que, en rigor evangélico, no van a encontrar”. “Aquí más que ‘vara enérgica’ hace falta mucho amor y comprensión, mucho respeto y energía de esperanza. Éste es nuestro fallo: nos falta auténtica esperanza. Estamos muy decepcionados y somos ya muchos los que no creemos que la Iglesia tenga que dirimir batallas, sino sembrar paz, coraje evangélico y buen sentido eclesial”.
En el nº 2.684 de Vida Nueva.