Decíamos ayer (15 de noviembre de 1980)

Falta esperanza

“En las circunstancias en que vivimos, corremos el peligro de que nuestra Iglesia se convierta en refugio de decepcionados que busquen entre sus muros seguridades y luces que, en rigor evangélico, no van a encontrar”. “Aquí más que ‘vara enérgica’ hace falta mucho amor y comprensión, mucho respeto y energía de esperanza. Éste es nuestro fallo: nos falta auténtica esperanza. Estamos muy decepcionados y somos ya muchos los que no creemos que la Iglesia tenga que dirimir batallas, sino sembrar paz, coraje evangélico y buen sentido eclesial”.

En el nº 2.684 de Vida Nueva.

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