De nuevo el aborto

Fernando-Sebastián-P(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito)

“Lo más urgente es difundir la verdad, hacer ver que el aborto voluntario es un crimen, la eliminación violenta de una persona inocente. Desde su concepción, el feto humano es ya una persona que ha comenzado su vida”

Ya tenemos aprobada la nueva ley. Siendo sinceros, hay que decir que esta ley está hecha para favorecer la promiscuidad y facilitar el aborto. Suena a falso cuando nos dicen que con ella va a haber menos abortos. No queremos que vayan a la cárcel las mujeres que abortan. Lo que queremos es que no haya abortos. Que ninguna madre mate a su hijo. Que las leyes y las costumbres protejan la vida de los niños no nacidos. Son seres humanos. Tienen derecho a vivir.

Muchos, católicos y no católicos, nos preguntamos qué podemos hacer ahora. Hay que defender el derecho a vivir de esos más de 100.000 niños eliminados anualmente. Hay que defender la dignidad de las mujeres, de los chicos y chicas empujados al ejercicio irresponsable e inmaduro de la sexualidad.

Está visto que nuestra sociedad es ampliamente permisiva con el aborto. Por eso, lo más urgente es difundir la verdad, hacer ver que el aborto voluntario es un crimen, la eliminación violenta de una persona inocente. Desde su concepción, el feto humano es ya una persona que ha comenzado su vida. Desde el principio, él o ella, están ya ahí.

En segundo lugar, padres y educadores en general, han de ayudar a niños y jóvenes a comprender su sexualidad humanamente y a adquirir la capacidad de situarla en el ámbito del amor, de la libertad responsable y de las relaciones interpersonales. Una buena educación religiosa es el mejor fundamento de una buena formación moral.

Y tendremos que ayudar a las madres que tienen problemas para que no sucumban a la tentación del aborto. Hasta que nuestra sociedad, por dignidad moral, por respeto a la ley de Dios y a la vida humana, obligue a los políticos a eliminar esta ley criminal y a legislar a favor de la vida humana, a favor de la maternidad y de la familia, según la ley de Dios y a la medida del hombre.

En el nº 2.701 de Vida Nueva.

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