Dar miedo no es de Dios

(Fernando Vidal-Profesor de Sociología en la Universidad Pontificia Comillas) “Soy católica. Rezo. Pero no puedo creer en quien me quiere arrojar a Dios a la cara como una piedra”, decía María Zambrano. Es el sentimiento de millones de católicos hoy en España. En España se ha metido a la Iglesia en una vía que crea confusión, escándalo y división. Si hay obispos que sienten miedo, vergüenza e impotencia frente a esa estrategia, imagínense qué puede llegar a sentir gran parte del pueblo de Dios.

Hay una operación para dividir a la escuela católica en su conjunto y en cada centro se busca provocar una escisión en la comunidad de los religiosos, se denomina “colaboradores del mal” a media comunidad eclesial, se dice que han retrocedido los Derechos Humanos –en un momento en que se logró que el PSOE quitara el aborto del programa electoral–, se defiende un estilo inmisericorde en la principal antena católica, se habla de resistir al nuevo nazismo, se aviva una mentalidad martirial, se busca el poder que da una división en dos Españas. Dividir da poder. Se percibe una táctica continuada y alineada que roza el partisanismo. Es la de la Mayoría Moral americana, que, pese a su apariencia de poder, ha llevado el cristianismo en EE.UU. a sus peores momentos.

Apoyo el derecho de la Iglesia para criticar y condenar lo que contraríe la doctrina. Apoyo la crítica al Gobierno en materia de matrimonio o bioética. La mayor parte de lo que diariamente dice el grupo líder lo siento justo y de Dios. Pero cuando una condena no es prudente ni equilibrada, cuando es partisana, se vuelve injusta. La prudencia no es de cobardes. Dar miedo no es de Dios. Hay autoridad que ha llegado a ceder a la tentación del poder. Manipular partidariamente una celebración no parece eclesial. Necesitamos al pastor que regenere la autoridad de la comunión.

Publicado en el nº 2.600 de Vida Nueva (Iglesia en España, página 13).

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