Curiosidad

Alejandro Fernández Barrajón(Alejandro Fernández Barrajón– Presidente de CONFER)

“Decía san Jerónimo: ‘Mientras vivíamos sumergidos en el mundo, nuestros ojos estaban en el abismo y nuestra vida se arrastraba por el cieno, mas desde el momento en que fuimos arrancados de las olas, hemos comenzado a ver el sol’”

La cualidad que más admiro en el ser humano es la curiosidad. Nos gusta asomarnos a lo imprevisto y experimentar más allá de las fronteras de lo conocido. Nos encanta, de vez en cuando, abandonar nuestro viejo mar, invadido por las algas de la monotonía, para asomarnos más allá de la espuma. Gracias a esa curiosidad, crecemos y nos sorprendemos.

Ahora que el estío se empeña en regalarnos oleadas de calor, os invito a sumergirnos en las frescas aguas del Espíritu, a sentir la caricia del agua juguetona que, en complicidad con la espuma, quiere jugar con nosotros a la novedad.

Así es Dios: roce de agua mezclada con brisa. Cuanto más se empeña nuestra mediocridad en encerrarnos en el lago privado de nosotros mismos y cuanto más aprieta a nuestro lado el calor del materialismo, más tonificante resulta un baño en el mar de Dios.

Decía san Jerónimo: “Mientras vivíamos sumergidos en el mundo, nuestros ojos estaban en el abismo y nuestra vida se arrastraba por el cieno, mas desde el momento en que fuimos arrancados de las olas, hemos comenzado a ver el sol, hemos comenzado a ver la luz verdadera”.

El verano es tiempo de luz, un derroche de luz que nos invita al regocijo de la vida. Todos nuestros sentidos se ponen en tensión para estrenar la vida, para vivirla en su plenitud, para saborear el agua aunque tenga sabor a sal. El mar de lo infinito nos llama y nos convoca una vez más. Es el momento. ¡Sumérgete!

afernandezb@vidanueva.es 

En el nº 2.670 de Vida Nueva.

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