Curas mileuristas

Alberto Iniesta(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“Algunos son llamados por el Espíritu Santo a ejercer en la Iglesia el ministerio sacerdotal; es decir, un ministerio al servicio del sacerdocio bautismal, que puede expresarse con el símbolo tan bíblico del buen pastor”

Dicho sea exagerando y por hacer un titular. Porque el sueldo de la inmensa mayoría del clero español no llega a mil euros ni con mucho. Y, sin embargo, por ahí los tenéis, como si tal cosa, tan conformes, llevando un trabajo asiduo como mínimo, y en muchos casos agobiante, yendo de pueblo en pueblo por la escasez de clero.

Son gente con estudios y con capacidad para otros trabajos más cómodos y económicamente más rentables. ¿Por qué eligieron esta profesión y por qué siguen ahí, en la brecha, día tras día hasta la muerte? La única motivación y explicación es porque descubrieron a Cristo resucitado, que un día les dijo sígueme y apacienta a tus hermanos.

Con ocasión del 150 aniversario de la muerte del santo cura de Ars, el Papa ha promovido un año dedicado a reavivar y revivir la bondad y grandeza del sacerdocio ministerial. Los cristianos tenemos ya el sacerdocio bautismal, que nos capacita para concelebrar en la liturgia, para dar testimonio de Cristo con los servicios de la Palabra y las obras de caridad hacia los necesitados.

Pero algunos son llamados por el Espíritu Santo a ejercer en la Iglesia el ministerio sacerdotal; es decir, un ministerio al servicio del sacerdocio bautismal, que puede expresarse con el símbolo tan bíblico del buen pastor, que es lo que se nos encomienda a los curas: obispos, presbíteros y diáconos. Todos, más o menos, necesitamos de su servicio pastoral, inclusive los pastores. Aparte de tomar la comunión en la misa, también los curas necesitamos de otros pastores: desde el bautismo hasta la unción de los enfermos, pasando por el sacramento de la penitencia.

No todos los curas son santos ni perfectos al ciento por ciento, empezando por mí. Pero sería injusto que la costumbre y la rutina nos hicieran olvidar la riqueza moral, espiritual y pastoral que todos tenemos en ese ejército de más de veinte mil ángeles imperfectos.

ainiesta@vidanueva.es 

En el nº 2.663 de Vida Nueva.

Compartir