Creer en tiempos revueltos

EDUARDO CIERTO. POZUELO DE ALARCÓN (MADRID) | Del excelente Pliego del sacerdote y escritor Luis González-Carvajal Santabárbara, Cuatro retos del cristianismo en Europa (VN, nº 2.800), subrayo: “Dios no está a nuestro lado interviniendo en el mundo, está dentro de nosotros”.

Lo dijo Jesús: “El Reino de los Cielos está dentro de vosotros”. Y continúa el autor: “Dios no nos suplanta, actúa a través de nosotros”; “creced y multiplicaos”; “dominad sobre las aves del cielo”; “id y propagad la Buena Noticia”; “amaos los unos a los otros”; “amad a los enemigos”; “nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero”; “cuando vio que la multitud venía para coronarle rey, se retiró al desierto a orar Él solo”; “mi Reino no es de este mundo”.

¿Qué es el Reino? En sus veintiún siglos, la Iglesia ha dado ideas contradictorias. Según Mircea Eliade, que no es católico, sino historiador, los primeros siglos fueron admirables por “el valor de sus mártires y por la solidaridad sin rival de los cristianos: la comunidad cuidaba de las viudas, huérfanos y ancianos. Rescataba a los raptados por los piratas. En epidemias y asedios, solo ellos cuidaban de enfermos y heridos y enterraban a los muertos. A los desarraigados, les daban una identidad y un sentido de la existencia, sin barreras sociales, raciales o intelectuales. Ninguna otra sociedad histórica, ni antes ni después, ha homologado en igualdad y amor fraterno a aquellas comunidades cristianas”.

Pero, a partir de los emperadores romanos Constantino I (323) y Teodosio I (379-395), el cristianismo se convierte en religión del Estado y el paganismo es prohibido definitivamente: los perseguidos pasan a perseguidores.

Dice Hans Küng: “Teodosio I El Grande, a finales del siglo IV, convirtió el cristianismo en religión del Estado, y a la herejía en crimen contra el Estado. En menos de un siglo, la Iglesia perseguida se hace perseguidora. Por primera vez, cristianos matan a cristianos por diferencias de la fe”.

¿En cuál de esas dos Iglesias consecutivas habita el Reino de Dios? Los cristianos podemos elegir entre quemar brujas (Inocencio VIII, 1485) y la Pacem in Terris, la libertad religiosa, la Gaudium et spes y la reforma litúrgica. Entre los sucios papeles filtrados y la firmeza tranquila de Benedicto XVI.

Pero, eso sí, hay que elegir. “La Iglesia santa, pero siempre necesitada de purificación”.

En el nº 2.816 de Vida Nueva.

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