Contra el tedio de la fiesta

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Cada vez son más quienes hablan de los efectos psicológicos negativos que se derivan de largos períodos de fiesta. En este mes aumentan las depresiones y hay hogares en los que convive el tedio festivo con el estado permanente de ocio que desgarra a quienes no tiene trabajo y se ven obligados a la inactividad laboral.

Sin embargo, el tedio que aflora es fruto de no entender el genuino sentido de la fiesta que expande, relaja y pone importancia en lo que vale la pena: más tiempo para lo de adentro, para compartir la alegría, la ilusión o el diálogo.

Tiempo para el compartir solidario y para la oración sosegada; para la contemplación de la belleza en una creación que sigue recreándose en nuestras manos.

El mundo no está acabado. Dios lo dejó en nuestras manos. “Si Dios no hubiera descansado el domingo, habría tenido tiempo de terminar el mundo”, decía García Márquez. Y es a nosotros a quienes nos toca acabarlo. Y también en períodos de fiesta, devolviendo al tiempo su sentido más pleno.

Solo así acabará ese tedio que dicen que viene acompañando a la fiesta, cuando el tiempo se vacía y hay poco con qué llenarlo. Y en Navidad suele pasar, pese a su inmenso Misterio.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.826 de Vida Nueva.

Compartir