Con pies de barro

Fernando-Sebastián-P(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito de Pamplona y de Tudela)

“Pidamos a Dios que ilumine la mente y cambie el corazón de nuestros gobernantes. Mientras tanto, no metamos la verdad bajo el celemín del miedo ni de la condescendencia”

El sueño de Nabucodonosor tiene valor permanente. También ahora tenemos ante nosotros la gran figura del poder con cabeza de oro, pecho de plata, vientre de bronce, piernas de hierro y pies de barro. Se sienten muy poderosos. Quieren cambiar nuestra sociedad, nuestras creencias y nuestras vidas.

Pero ningún imperio es suficientemente fuerte para desafiar la soberanía de Dios. Ni para doblegar a quienes han puesto en Él su confianza. No son más que hombres. Jesucristo es el único Señor. No podrán con nosotros si nos mantenemos fieles a los mandatos de nuestro Dios.

Quienes mantienen estos proyectos mesiánicos tienen una idea desmesurada de su autoridad. Ellos no tienen autoridad ni poder para decidir qué es verdadero o falso, qué es bueno o malo. Sólo Dios establece la naturaleza de las cosas y sólo Él decide lo que es bueno y lo que es malo. Reconocerlo así es la esencia de la religión y de la sabiduría humana. Querer decidirlo por ley contra la de Dios es idolatría. La religión es sabiduría, pero la idolatría es locura.

Cuando llegue la hora de Dios, no faltará la piedra que destroce los pies de barro de la soberbia humana y hará que la gran figura de los falsos poderes caiga hecha añicos “como el tamo de la era”. Esta piedra imparable es la fuerza de la verdad de Dios. Verdad de Dios sobre el hombre, verdad de Dios sobre el bien y el mal.

No perdamos la paz. No tengamos miedo. Que cada uno esté en su sitio y dé testimonio de la verdad con libertad y valentía. Pidamos a Dios que ilumine la mente y cambie el corazón de nuestros gobernantes. Mientras tanto, no metamos la verdad bajo el celemín del miedo ni de la condescendencia. Digan lo que digan, sólo la verdad de Dios nos hace libres y nos da la paz. Sólo la verdad de Dios sostiene la vida y el progreso de los pueblos.

En el nº 2.686 de Vida Nueva.

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