Clérigos, libros y desvaríos

estantería con libros

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Preocupa que en los estudios eclesiásticos se haya descuidado el gusto por la literatura. He oído decir que la novela ablanda el seso y excita el sexo y que hay que frenar el desvarío de los clérigos que leen novelas.

Ya ven que no es solo problema de las cambiantes leyes de Educación. Ante la barbarie, hay que hacer lo que los monjes en el Medievo: cuidar el tiempo de las bibliotecas.

El mismo clérigo me decía que este Papa no era un intelectual y que la Iglesia necesitaba hoy papas intelectuales. Me sonreí pensando si alguien como Bergoglio, que lee a Borges y relee a Hölderlin, no es un intelectual. ¡No al uso de ellos, claro!

La pena es ver a clérigos que desconocen a Wallace o McCarthy, Franzen, Barnes, Carrère o Coetzee. No han leído a Hermann Broch, ni a Canetti o Böll, católicos algunos de ellos, y si apuras… Y no saben que Thomas Mann escribió en José y sus hermanos una de las más bellas historias sobre unos pocos versículos de la Biblia, siguiendo aquella frase de Goethe: “José es una historia bella, pero tan breve”. Y él se puso a alargarla: os lo recomiendo para entrar en este maravilloso mundo de los libros, en el que tanto se aprende y se vive.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.850 de Vida Nueva.

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