Cantata de Dios al hombre

(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“Por el Espíritu, en los cuatro evangelios tenemos la partitura perfecta de la canción de Dios a los hombres, interpretada continuamente por la Iglesia”

Hace algún tiempo, oí por la radio una composición musical titulada Variaciones entre un suspiro y una puerta. Y, en efecto, todo consistía a ratos en una especie de susurro y el chirrido de una puerta girando sobre sus goznes. Últimamente, una parte de la música ha ido evolucionando hacia el mero sonido, quitándonos los dos grandes vicios que embelesaban nuestro oído: el ritmo y la melodía, renunciando inclusive a los instrumentos musicales, y recurriendo a toda clase de cacharros capaces de hacer ruido: sartenes, cacerolas, botes de conserva vacíos, silbatos, etc. Una corriente internacional se autodenomina Ars Sonora, como indicando que ya no se trata expresamente de música, sino de sonido. Según eso, cuando se anuncie un concierto en lo sucesivo se debería aclarar si se trata de música o de ruido. (Una curiosidad que tengo es cómo se escribirán las partituras de esas composiciones…).

Algo así sucedió en las artes plásticas con la desfiguración de la figura humana, en una especie de sacrilegio de la imagen de Dios. Pero en lo que no han podido hacer mella las tendencias iconoclastas del siglo XX es en el más perfecto instrumento musical, la voz humana, que se mantiene de mil formas -hay más de seis mil idiomas en la Tierra-, como una herramienta del hombre para el canto o la declamación, el discurso o la conversación, siempre iluminada por la razón y caldeada por el corazón.

Dios habló en la creación: Y dijo Dios: Háganse el sol, la luna y las estrellas… Por eso, a su manera, todo nos habla de Dios si sabemos escucharle. Pero, además, quiso hablarnos con nuestra propia voz, desde el día de la Encarnación, hasta el día de la Ascensión. Por el Espíritu, en los cuatro evangelios tenemos la partitura perfecta de la canción de Dios a los hombres, interpretada continuamente por la Iglesia: Amaos unos a otros como yo os he amado…

En el nº 2.640 de Vida Nueva.

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