Burbujas infinitas

(Dolores Aleixandre, RSCJ)

“Se me ocurren maneras más baratas de emplear los dedos, alternativas a la de explotar burbujas: persignarse despacio, jugar a cinco lobitos con un bebé, separar las pepitas de una calabaza, echar céntimos uno a uno en la hucha de un niño, jugar con un globo”

Leo que los inventores del Tamagotchi han lanzado ahora un cuadradito con botones para estallar burbujas de aire de manera indefinida y aliviar así el estrés. Le llaman puchi puchi, y no he probado su eficacia porque se me ocurren maneras más baratas de emplear los dedos, alternativas a la de explotar burbujas: persignarse despacio, jugar a cinco lobitos con un bebé, separar las pepitas de una calabaza, echar céntimos uno a uno en la hucha de un niño, jugar con un globo, pelar un tomate, pellizcar el currusco del pan, tocar hielo, quitar las hojas secas de una planta, echar los dados jugando a la oca y tiro porque me toca, recorrer un texto en Braille, dibujar un elefante sin levantar el lápiz, hacer un barco de papel, refrescar la frente de un enfermo con una gasa húmeda, hacer el juego de la cuna con un cordel, ir recorriendo el surco de las arrugas de un rostro anciano, recortar una guirnalda, enhebrar un collar, probar un guiso y chuparse el dedo, teclear con ganas escribiendo a un amigo, amasar pan, empaquetar un regalo, curar las ampollas de los pies de un compañero de camino, pasar una a una las páginas del Evangelio…

Se ahorran 8 euros que se pueden echar en el cepillo de Cáritas.

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