(Dolores Aleixandre, rscj) Estamos asistiendo al fenómeno de un frenesí creciente por escribir en algún blog, y es que hoy día, si no eres un bloguero, no eres nadie. Si alguien sentía que no era nadie y no sabía por qué, a lo mejor la causa reside precisamente ahí y puede comprobarlo si vuelve a sentirse alguien en cuanto empieza a bloguear.
Bien mirado, es una afición para la que nos prepara la lectio divina: antes de decidirse a entrar en un blog y participar en él, hay que comenzar por un ejercicio de lectio de la vida, las noticias, los acontecimientos o las opiniones de otros; contactar después con las propias reacciones, ideas y sentimientos y dar vueltas a cómo decirlo (meditatio); dedicar un tiempo a expresar todo eso por escrito (oratio) y frecuentar después la página donde aparece en una contemplatio asidua para ver si ha provocado comentarios, reacciones, adhesiones o desacuerdos. La collatio aparece en el momento en que se puede establecer una comunicación con otros y sentirse, de alguna manera, miembro de una comunidad virtual.
Todo esto me lo estoy imaginando, porque nunca he escrito en un blog, pero estoy casi decidida a intentarlo. Sólo me frena que no acabo de encontrar un pseudónimo que cumpla con los requisitos que parecen imprescindibles: que sea a la vez sugerente, misterioso, provocador y chispeante.
En cuanto se me ocurra, me lanzo.
En el nº 2.660 de Vida Nueva.
