Benedicto XVI en España

(Carlos Amigo Vallejo– Cardenal arzobispo emérito de Sevilla)

“Esto es algo de lo mucho que la Iglesia española ofrecerá a Benedicto XVI. Una Iglesia que necesita oír la voz del Papa y sentirse fortalecida en la fe por el testimonio del Sucesor de Pedro”

Benedicto XVI viene a España una vez más. Nos conoce. Visitó nuestra tierra y se encontró con sus gentes. No serán pocos los que hagan llegar al Papa muchos y objetivos motivos de preocupación. Pero Benedicto XVI también se va encontrar con miles de personas que viven y conservan con fidelidad sus convencimientos cristianos.

La Iglesia de España va a poder ofrecer a Benedicto XVI unas páginas espléndidas, ejemplares, cuajadas de autenticidad cristiana. Los números son espectaculares. La admirable labor de las personas, mucho más. Una Cáritas presente en el ámbito internacional, diocesano y parroquial, es reconocida, por propios y extraños, como una de las instituciones mejor organizadas y eficaces en el campo de la ayuda social, sin olvidar nunca su condición cristiana, y llevando en todos los proyectos la actitud de unos dirigentes, colaboradores y voluntarios, incuestionable mente motivados por su condición católica, en todos y cada uno de los mejores sentidos: quieren llegar a cualquier necesitado, sin distinción alguna, y respetando su condición religiosa y social. A todos les ofrece lo que tiene: el amor de Cristo hecho justicia y caridad fraterna.

Capítulo especial a subrayar es el de la enseñanza y formación de niños y jóvenes en la escuela. A pesar de las enormes dificultades que cada día han de soportar, tanto en los centros privados como en los de iniciativa social, la Iglesia continúa estando presente en el sector de la enseñanza a todos los niveles, desde los primeros cursos de la educación hasta universidades de titularidad católica y de iniciativa cristiana. Casi millón y medio de alumnos reciben enseñanza y formación en los seis mil centros de titularidad católica.

Aunque figure aquí en el último lugar de los capítulos privilegiados de la presencia de la Iglesia en España, puede considerarse como el primero en importancia y necesidad: la parroquia, esa comunidad cristiana en medio del pueblo. La labor que se realiza en esas más de veintidós mil parroquias es admirable en todos los sentidos. Por la escasez del clero, tanto secular como regular, los sacerdotes tienen que multiplicarse y repartirse para atender a todos.

Tantos y tantos otros capítulos podríamos añadir: la vida contemplativa claustral, con tantos monasterios, los miles de misioneros y misioneras españoles repartidos por el mundo, los catequistas, los ministros de los enfermos, los movimientos apostólicos y nuevas comunidades, la religiosidad popular, la presencia en el mundo de los medios de comunicación (mucho más amplia de lo que pensamos), los teólogos que siguen investigando y enseñando, la Conferencia de los Obispos, ocupada en los asuntos que nos benefician a todos, la pastoral juvenil, universitaria, en las cárceles y en los hospitales, la atención a los inmigrantes, la relaciones ecuménicas e interreligiosas…

Esto es algo de lo mucho que la Iglesia española ofrecerá a Benedicto XVI. Una Iglesia que necesita oír la voz del Papa y sentirse fortalecida en la fe por el testimonio del Sucesor de Pedro.

Decía Benedicto XVI: “Mantened vivo y vigoroso este espíritu, que ha acompañado la vida de los españoles en su historia, para que siga nutriendo y dando vitalidad al alma de vuestro pueblo” (A los obispos españoles. Valencia, 8-7-2006).

En el nº 2.722 de Vida Nueva.

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