Benedicto actualiza a Pedro

Joaquín L. Ortega(Joaquín L. Ortega –  Sacerdote y periodista)

“Ratzinger es un hombre de esencialidades. No pierde el tiempo en otras cosas. Por eso, en un escenario tan plagado de teología como repleto de historia -la Tierra Santa-, Benedicto XVI ha encarnado abiertamente la figura y la misión de Pedro al frente de la Iglesia de Jesucristo”

Cuando Joseph Ratzinger estrenó su pontificado, descartó para la ceremonia apelativos como coronación, entronización o toma de posesión. No le parecían adecuados. Él prefirió llamarla “inicio de su ministerio petrino”. No dejó de llamar la atención tal título. Con el tiempo y en posteriores intervenciones, Benedicto XVI ha ido llenando de sentido histórico y teológico aquella decisión. “El estilo, suele decirse, es el hombre”.

Así, se deduce de la manera de actuar de Ratzinger cómo es Benedicto XVI: un hombre saturado de teología y convencido de que lo medular de su misión de obispo de Roma es confirmar en la fe a todos sus hermanos. Esa función petrina viene siendo la esencia de su pontificado. Y lo mismo en su quehacer romano que en los viajes que ha realizado.

En este último, tan deseado como difícil y tan necesario como peligroso, a ese polvorín de Oriente Próximo, en el que coexisten precariamente pueblos y religiones, Benedicto XVI ha hecho referencia expresa a ese su peculiar ministerio de Sucesor de Pedro. Ratzinger es un hombre de esencialidades. No pierde el tiempo en otras cosas. Por eso, en un escenario tan plagado de teología como repleto de historia -la Tierra Santa-, Benedicto XVI ha encarnado abiertamente la figura y la misión de Pedro al frente de la Iglesia de Jesucristo. Todos sus ires y venires de estos días suscitaban dos viejas expresiones eclesiales. Una, aquello de que “ubi Petrus ibi Ecclesia“. La cristiandad entera ha estado en Tierra Santa con él. Por otra parte, aquello que resonó en 451, cuando en el Concilio de Calcedonia se escuchó la carta de León I llegada al Concilio: “Ésta es la fe de la Iglesia. Por la boca de León ha hablado Pedro”.

Un viaje, en suma, en el que Benedicto ha actualizado a Pedro.

En el nº 2.661 de Vida Nueva.

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