Beatificaciones a domicilio

(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y escritor)

“Esta novedad de las beatificaciones en la Iglesia propia del beatificando se debe a una decisión personal de Benedicto XVI. Decisión no sólo cuerda, sino también ya casi necesaria. Había que poner orden y concierto en las beatificaciones y en el culto a los beatos. Por razones de lógica litúrgica y razones teológicas”

En octubre de 2009, por primera vez en España, se celebró en Toledo una ceremonia de beatificación con rango diocesano. El agraciado fue el cardenal Sancha. El 2010 está llamado a contemplar unas cuantas más. Mataró celebró la del presbítero y mártir Josep Samsó el 23 de enero. Para el resto del año hay toda una lista de beatificaciones de cuño diocesano. En Valladolid, la del jesuita Bernardino Hoyos. En Barcelona, la del fraile Tous y Soler. En Granada, la del capuchino Leopoldo de Alpandeire, y el 12 de junio, en Linares, la del periodista Manuel Lozano Garrido, que tan de cerca afecta a Vida Nueva.

Esta novedad de las beatificaciones en la Iglesia propia del beatificando se debe a una decisión personal de Benedicto XVI. Decisión no sólo cuerda, sino también ya casi necesaria. Había que poner orden y concierto en las beatificaciones y en el culto a los beatos. Por razones de lógica litúrgica y razones teológicas.

La diferencia entre un santo y un beato no es sólo protocolaria. La creciente euforia de beatificaciones en el pontificado anterior había disparado –y no poco– el estatus canónico de los beatificados. Parecía haberse difuminado la objetiva distancia entre un santo y un beato en cuanto al culto. La sabia decisión del papa Ratzinger dimensiona mejor las diferencias. Es más, la novedad de las beatificaciones a “domicilio diocesano” expresará mejor esa realidad dual y concéntrica de la Iglesia. Además de Roma como centro, existe la amplia periferia de las Iglesias locales. Las canonizaciones se reservan para la Urbe y su pontífice, mientras que las beatificaciones se expandirán por el Orbe diocesano. Y así, las cosas claras y la colegialidad en su sitio.

En el nº 2.701 de Vida Nueva.

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