Bautizada con fuego

(Lucía Ramón– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia) 

“Tú supiste como nadie alentar vocaciones en favor de una Iglesia verdaderamente inclusiva. Vocaciones que, como la tuya, construyen Iglesia con mayúsculas, aunque rara vez se agradezcan en público, se rece por ellas y se valoren lo suficiente”

Querida Mary Salas: te escribo con el estremecimiento de quien se sabe agraciada por un gran regalo, triste por la separación, y responsable de seguir, junto con muchas otras, tu genealogía. Mujer y laica, periodista, escritora, incansable en tu compromiso social y eclesial (primera presidenta de Manos Unidas, Centros de Cultura Popular, UMOFC, Fórum Ecuménico Europeo de Mujeres Cristianas, PPC). Maestra, compañera y amiga en el Foro de Estudios de la Mujer, presidido por Pilar Bellosillo y tú.

En nuestros encuentros bromeábamos acerca de los años que nos separaban, sobre todo entre tú y las más jóvenes, al tiempo que constatábamos el amor al Señor Jesús, a la Iglesia, al Ecumenismo y a la causa de las mujeres que nos unían. Un amor que vencía toda barrera generacional, convirtiendo las respectivas experiencias en riqueza para todas. Tú supiste como nadie alentar vocaciones en favor de una Iglesia verdaderamente inclusiva. Vocaciones que, como la tuya, construyen Iglesia con mayúsculas, aunque rara vez se agradezcan en público, se rece por ellas y se valoren lo suficiente. Has abierto y alimentado tantos espacios y caminos de Vida, con generosidad y perseverancia, que aunque tu vida entre nosotros se haya apagado, tu luz y tu ejemplo nos seguirán acompañando siempre.

Tú estarás siempre ahí, acompañándonos en las decisiones más importantes y en lo pequeño de cada día. Allí donde tú siempre sabías estar, dónde nos jugamos el Reino de Dios. En la carta Novo Millennio Ineunte, Juan Pablo II decía: “Es necesario que la Iglesia del tercer milenio impulse a todos los bautizados a tomar conciencia de la propia responsabilidad activa en la vida eclesial”. Tú nos has enseñado con tu vida lo que significa asumir esa responsabilidad. Ser, en palabras de Dolores Aleixandre, bautizadas con fuego. Gracias Mary, nunca te olvidaremos.

En el nº 2.638 de Vida Nueva.

Compartir