BALTASAR PORCEL, por Juan Rubio

No era creyente sino vitalista. Me apasionaba su verbo y lo leí con fervor. Fui a verlo y llegamos a escribirnos. Le pedí una cosa, justo hace un año. Ya estaba el cáncer rondándole. Me dijo: “El tema de Dios me interesa teológica e históricamente, pero nada si existe o no”. Un hombre del Mediterraneo, tánatos y eros; su dios.

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