Asimilación de lenguajes

dolores-aleixandre(Dolores Aleixandre, rscj)

“La Navidad cristiana corre también el peligro de asimilar palabras y costumbres que nada tienen que ver con ella. Traen oculta su etiqueta de denominación de origen, pero no consiguen disimularlo: vienen de la celebración del solsticio de invierno, de leyendas nórdicas, de rituales sociales, de hábitos de consumo o de usos gastronómicos”

Durante un viaje en AVE tomo conciencia de que el lenguaje ferroviario se ha ido asimilando al de los aviones, quizá para hacer creer al usuario que ha tomado un vuelo: en vez de montar en un tren, “subimos a bordo”; los vagones han pasado a ser “cabina”; y las maletas, “objetos personales”; ya no somos viajeros, sino “pasajeros”; no hay revisor, sino “tripulación”; y al chico de los bocadillos y bebidas lo han sustituido “azafatas”. Es un recurso ingenuo, que no engaña a nadie: estamos en un tren.

La Navidad cristiana corre también el peligro de asimilar palabras y costumbres que nada tienen que ver con ella. Traen oculta su etiqueta de denominación de origen, pero no consiguen disimularlo: vienen de la celebración del solsticio de invierno, de leyendas nórdicas, de rituales sociales, de hábitos de consumo o de usos gastronómicos.

La Iglesia nos recuerda nuestra lengua materna: misterio, don, asombro, niño, buena noticia, humildad, gracia, Dios-con-nosotros, gloria, pobreza, alegría, pequeñez, madre, acogida, ternura.

Si la hablamos con naturalidad entre nosotros, no habrá espumillón ni peces-en-el-río que consigan engañarnos o distraernos: estamos en Navidad.

daleixandre@vidanueva.es

En el nº 2.688 de Vida Nueva.

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