Apostolado contra la esclavitud en el mar

‘Rosa dos Ventos’ defiende los derechos de los marineros

(Miguel Ángel Malavia) He dedicado toda mi vida a las gentes del mar”. Esta apasionada frase ya permite conocer el carácter repleto de coraje de Cristina de Castro, quien a sus 75 años sigue al pie del cañón en la defensa de los derechos de los marineros. Su actividad ha sido intensísima en este sentido: fue Directora Nacional del Apostolado del Mar durante 21 años y hoy, entre otros cargos, es Coordinadora de Relaciones de ‘Rosa dos Ventos’, una asociación establecida en Vigo que integra a unas 80 mujeres de marineros “para erigirse en la voz de los que no tienen voz”.

Cristina recuerda cómo ha sido su vocación: “De joven conocí a un sacerdote que navegaba. Él me contaba lo dura que es la vida de los trabajadores del mar, pues lo sabía gracias a su experiencia directa. Por eso, gracias a su ejemplo, yo he aplicado mi fe en Cristo reivindicando sus derechos”. De hecho, con 20 años ella quería navegar y comprobar la vida tan dura de aquellos a quien Juan Pablo II definió como “marineros, esclavos de empresarios sin escrúpulos por el trabajo extraordinario que tienen que realizar para cobrar sus escasas ganancias”. Al no poder echarse a la mar, desarrolló su vocación en el Instituto Marítimo Pesquero, donde pasó 30 años “entre marineros, hablando con ellos, conociéndoles”. Esa experiencia directa es la que transmite en ‘Rosa dos Ventos’, que se constituyó como asociación civil en 1991.

Implicación del Apostolado del Mar

María Ramos, una de las integrantes de la asociación, resalta lo mucho que se ha avanzado en la consecución de derechos esenciales para sus maridos: “Antes casi no había seguridad en los barcos, podían estar 11 meses al año fuera de casa, no cobraban ni cotizaban por el tiempo en que estaban parados; con nuestras reivindicaciones hemos conseguido que, poco a poco, eso vaya cambiando”. Irene Pego, presidenta de la asociación, deja claro que aún queda muchísimo camino por recorrer: “Mi padre, mis tíos, mi abuelo… todos fueron marineros, como lo es ahora mi marido. Es una vida muy dura. Un año sólo vi a mi marido 18 días en total. Lo peor es que, pese a los avances, la situación empeora en muchos aspectos. Las instituciones no nos escuchan, las grandes empresas cogen como esclavos a inmigrantes ilegales, hacen lo posible porque los trabajadores sólo cobren mientras están en alta mar… Lo  dramático -apostilla- es que ni siquiera los ven como personas, sino como instrumentos”.

Pero frente a tanta desesperanza, su gran baluarte es el Apostolado del Mar. Así, el local en el que se asienta ‘Rosa dos Ventos’ y desde donde edita su revista anual, Boga, es cesión de los delegados pastorales. Además, es el propio Apostolado del Mar el “que llama a las puertas que a nosotros nos cierran”. Esto afirma María Ramos, que reconoce que cuando en una institución “les dan largas”, al saber que detrás ellas está este órgano de la Iglesia, “ya nos reciben de otra forma”. Cristina de Castro ha llevado las reivindicaciones de los marineros hasta el propio Gobierno, con el que mantiene una Mesa de Trabajo (“aunque a la hora de la verdad, no hacen nada por ayudarnos, quedándose todo en buenas palabras”), o el mismísimo Parlamento Europeo, donde pronunció un discurso en el que denunció la “esclavitud silenciosa del siglo XXI”.

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