Amargas horas en Sevilla

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

Parece que en Sevilla se desató la tormenta. Su presbiterio vive horas de zozobra, impotencia y dolor. Saltan las alarmas ante el espectáculo mediático de clérigos que “retroceden y caen”. Arrecian los dardos en dianas equivocadas. Hay una prensa demasiado católica que disfruta voceando pecados de clérigos y callando desmanes de quienes tan ortodoxamente mecen su cuna. De otra prensa no cabe esperar nada. El presbiterio sevillano necesita hoy fraterna solidaridad y justicia para con quienes, como su bandera, siguen “quitando hambres y penas”. El maremágnum periodístico enfoca al pecador con morbosas ínfulas, mientras pone siglas al delincuente. Hay quien, queriendo defender a los buenos clérigos, habla de “perlas” en el estiércol. No es justo, porque en la Iglesia hispalense sólo hay pequeños grumos que enturbian un fresco colorido y entregado, una acuarela sacerdotal sana, abierta, feliz, alegre y sabia. Urge restaurar el cuadro y devolverle su primitiva hermosura. Y en todo, entrañable misericordia. La Iglesia en Sevilla llora estos días, pero saben que “las lágrimas son la sangre del alma”, y cuando hay alma, hay esperanza, gozo y mucha ilusión.

Publicado en el nº 2.726 de Vida Nueva (del 23 al 29 de octubre de 2010).

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