Alimentos desperdiciados y hambre

(Domingo Martínez Madrid– Baños de Valdearados, Burgos) En una lucha constante contra la falta de alimentos, siguen sorprendiendo las cantidades de alimentos que se desperdician en los países desarrollados, pero además, esta situación contribuye negativamente en las reducciones de emisiones de CO2 a la atmósfera.

La comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer, en su blog hacía un guiño a la proporción de comida que se desperdicia en el mundo desarrollado, a raíz del informe Ethics of Modern Development in Agricultural Technologies, que, además, se ocupa de una amplia gama de cuestiones relacionadas con la agricultura y la producción de alimentos.

Según el informe, los alimentos desechados en Francia podrían alimentar a la República Democrática del Congo, y los de Italia podrían poner fin al hambre en Etiopía.

Fischer ha manifestado que reducir esta tendencia no sólo tiene un efecto positivo sobre la alimentación, sino que también tendrá un “impacto importante en nuestras emisiones de CO2”. Y aunque “necesitamos técnicas y tecnologías agrícolas para responder a las nuevas necesidades alimentarias”, Fischer ha dicho que el primer paso es dejar de “tirar lo que ya está en nuestro plato”.

La realidad es que siempre va a haber residuos, y por eso Fischer ha propuesto que se use el material orgánico como abono para jardín o incluso que se separe y se emplee como biogás u otros tipos de bioenergía.

Por una vez, estoy de acuerdo con Fischer.

En el nº 2.661 de Vida Nueva.

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