Adioses

Santos-Urías(Santos Urías)

“Se aprende que todos los te quieros que no se han formulado, que todos los abrazos que no se han estrechado, que todos los besos que no se han dado, vagan en el limbo del conformismo y de la mediocridad”

Los adioses son los cimientos de nuestra vida. Tras la carne marchita; en el ir y venir de nuestros tiempos, de nuestra historia; tras el duelo de un amigo que se marcha. Ahí está el adobe que amasa, el cemento que sostiene, las lecciones que no se enseñan en los libros, las palabras que no se llegan a decir.

Se aprende que todos los te quieros que no se han formulado, que todos los abrazos que no se han estrechado, que todos los besos que no se han dado, vagan en el limbo del conformismo y de la mediocridad.

Que la existencia no es malgastarse invirtiendo horas con afán mercantilista. O rodar por los despachos para que nos salgan las cuentas y nuestras agendas revienten de reuniones y de citas. Sino escuchar, sentir, llorar, gozar, comunicarse, soñar, reír.

En la cabecera de la cama de un hospital, la única eficacia, además de los remedios de los médicos, es el beso en la frente, la mano que amarra otra mano, el silencio y la palabra, la ternura.

Así la piel va tomando el color de la tierra, pero con la intención de volver a ella con sed de eternidad.

Resumen de la muerte.

Resumen de la vida.

surias@vidanueva.es

En el nº 2.685 de Vida Nueva.

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