León vuelve a ponerse de luto. Apenas un mes después del fallecimiento de Antonio Villaplana, el 22 de febrero ha muerto en Huesca, a los 83 años, el que fuera su predecesor en la diócesis, el también obispo emérito Ángel Belda (Bilbao, 1926). Poco tiempo pudieron disfrutar los leoneses de su pastor. Llegado en 1983, proveniente de Jaca, su primer destino episcopal (1978-1983), en 1987 Belda tuvo que presentar la renuncia por motivos de salud. Hombre de vastísima formación teológica y jurídica, inspirado durante toda su vida en la espiritualidad ignaciana, se fue como vino: con sencillez. En su vuelta, Ángel Belda descansará, ya para siempre, en la catedral de León… junto a los fieles a los que nunca quiso dejar.
En el nº 2.697 de Vida Nueva.
