A tomar nota

(José Luis Corzo– Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid)

“Cruje más de lo que creemos este mercado planetario en que las naciones (¿independientes?) no sólo venden su producción, sino sus trabajadores y su paro. Esta economía ya no se va a recobrar sin atender la demanda de los pobres. Y aquí tampoco”

No han sido los islamistas, ni la presión occidental, ni la oposición política, ni el ejército… Ha sido un pobre chico de Túnez y después muchos más los que han cambiado el mundo ante nuestros ojos (según Obama, que de eso entiende). Le han echado un pulso al poder y le han ganado.

Tenía que pasar alguna vez. No es posible que se conformen con el botellón. Las viejas guerras de religión –¡ojalá!–, las ideológicas o de clases, hoy son generacionales. Ya pasó en Tiananmen y hasta en el Sahara, donde no fue el Polisario, sino saharauis criados ya en Marruecos los que dijeron ¡basta! (aunque todavía aguanten, como en Pekín). Son jóvenes de todo el mundo hastiados de soportar, no solo a carcamales sin jubilar, sino a los envejecidos intereses que defienden.

¡Con tanto por hacer, es absurdo que millones de ellos estén mano sobre mano! Cruje más de lo que creemos este mercado planetario en que las naciones (¿independientes?) no sólo venden su producción, sino sus trabajadores y su paro. Esta economía ya no se va a recobrar sin atender la demanda de los pobres. Y aquí tampoco.

Los jóvenes parecen olerlo, conectados como están entre sí de un extremo al otro de la tierra. La historia de la humanidad al hilo de la comunicación entre su gente ya se habrá escrito, pero con Internet ni las masas serán como antes. Quienes desconfían de ellas, más los demócratas que compadrean con sus dictadores, deben atreverse a reconocer con Obama que la plaza de El Cairo ha sido un triunfo de la dignidad humana.

Así que seguro que los jóvenes cristianos se manifiestan ahora por esta salvación del Señor, que “bien vista tiene la aflicción de su pueblo en Egipto” (Ex 3,7) y en muchas más naciones (útiles para nuestro mercado).

En el nº 2.742 de Vida Nueva.

Compartir