A favor de los pobres

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de BarcelonaSEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

Es decisivo ponernos de acuerdo. Es, además, signo de unidad y propuesta atrevida de acción para erradicar la pobreza. “Pobreza” que equivale a situación inhumana a la que solo es posible acercarse desde aquella “otra pobreza” que es virtud del espíritu y bienaventuranza.

Con frecuencia me pregunto si solo sería un sueño haber llegado a un acuerdo unánime a favor de los pobres que provocara un vuelco a la actual situación de pobreza y diera paso a más igualdad y a favorecer acuerdos de cooperación para sacar de su postración a los millones de personas que padecen la exclusión económica y social, todo tipo de exclusión.

Hay experiencias humanas dolorosas que no se superan hasta que alguien no las hace propias. También para creer hace falta tocar las llagas del cuerpo del Resucitado y de tantos hermanos y hermanas nuestros que son su sacramento viviente.

No conocerlo a Él es una de las mayores pobrezas, como también lo es no reconocerlo en las personas. Nuevos pobres y nuevas pobrezas son el angustioso clamor que llega al corazón de Dios y es una alarma que nos mantiene despiertos. Sabemos –dice el papa Francisco– que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual.

Por todo ello, tanto a nivel personal como institucional, los que formamos la Iglesia, trabajando codo con codo con toda persona de buena voluntad, estamos llamados a hacer realidad el compromiso de caridad que dimana de nuestro bautismo. Trabajar a favor de los pobres no es una decisión cualquiera sujeta a un tiempo limitado, sino que forma parte de la identidad cristiana que tiene su fundamento en su adhesión a Cristo por la fe en tantos lugares y situaciones de la vida. Todo lo que los obispos decimos en Iglesia, servidora de los pobres, señala un camino de urgente puesta en práctica.

En el nº 2.939 de Vida Nueva.

 

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