Fe y constitución

FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural

“También hoy habría que mirar a ‘La Pepa’ para construir una sociedad fuerte y madura, que sepa afrontar los grandes desafíos que se presentan…”.

Hace poco celebramos el bicentenario de la Constitución de 1812, conocida como ‘La Pepa’. En su artículo 12, afirmaba: “La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera”. El tratamiento que los sucesivos textos han hecho del fenómeno religioso ha sido desigual, pasando de la abierta confesionalidad al hostigamiento del texto de 1931, y, finalmente, el trato respetuoso que la Constitución de 1978 dispensa a la libertad ideológica y religiosa, con especial referencia a la Iglesia católica, dado su arraigo histórico y sociológico.

Frente a la divulgada idea de que el hecho religioso es privado y no debe tener presencia pública, este aniversario es una buena ocasión para recordar el papel que, sobre todo en el XIX, muchos eclesiásticos tuvieron en el alumbramiento de las sucesivas cartas magnas, así como para analizar el lugar que los distintos textos constitucionales han otorgado a la religión, reivindicando el papel positivo que las creencias pueden desarrollar en una sociedad moderna como defensoras de los derechos humanos y activas constructoras de paz.

En su discurso en Cádiz el pasado 19 de marzo, el Rey reconoció la madurez que demostró la sociedad española a principios del XIX. También hoy habría que mirar a ‘La Pepa’ para construir una sociedad fuerte y madura, que sepa afrontar los grandes desafíos que se presentan. A ello contribuirá valorar más y mejor el texto en vigor.

En el nº 2.797 de Vida Nueva.

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