“¡Basta ya de tanta corrupción, impunidad y violencia!”

La Iglesia mexicana exige que se esclarezca el caso de los 43 estudiantes desaparecidos

FELIPE MONROY | CIUDAD DE MÉXICO. La historia de los 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa detenidos por agentes policiales y desaparecidos desde el 26 de septiembre en el municipio mexicano de Iguala, Guerrero (VN, nº 2.913), parecía concluir con las revelaciones que las autoridades judiciales hicieron recientemente del caso: los estudiantes fueron asesinados, incinerados y arrojados a un basurero. Sin embargo, ni los familiares ni la sociedad han aceptado las afirmaciones ministeriales y exigen que continúen las pesquisas para dar con su paradero.

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A 45 días de los hechos, se ha capturado a más de 70 presuntos culpables (incluido el presidente municipal y su esposa, a quienes se adjudica la orden contra los estudiantes), fue removido el gobernador del Estado de Guerrero, se encontraron media docena de fosas clandestinas con una cantidad indefinida de cadáveres, se ha implicado a los liderazgos de diferentes partidos políticos y la manifestación social de indignación se ha convertido en masiva y ya ha sobrepasado las fronteras de México.

El pasado 7 de noviembre, el procurador de Justicia de la nación, Murillo Karam, sostuvo una reunión con los familiares de los estudiantes desaparecidos. En ella les informó de los avances de una investigación en la que, tras la declaración de dos miembros del grupo criminal Guerreros Unidos, se dio con la ubicación de los restos de una cuarentena de cadáveres calcinados que podrían corresponder a los jóvenes de Ayotzinapa. La dificultad de la verificación del ADN de los desaparecidos entre los restos localizados, así como la desconfianza acumulada en las últimas semanas, orilló a las autoridades ministeriales a declarar que “continuarán con las pesquisas en la búsqueda de los desaparecidos”.

Artículo íntegro para suscriptores en el nº 2.917 de Vida Nueva

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