Los protestantes también cuestionan a Celaá: “Nadie puede poner en duda el sentido de pertenencia mutua entre padres e hijos”

Un aula de un colegio semi vacía

No se acaba la polémica por la palabras de la ministra de Educación, Isabel Celaá, para mostrar su rechazo al llamado ‘pin parental’ aprobado en Murcia señalando que “los hijos no pertenecen a los padres”. Ahora ha tenido respuesta por parte de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), quienes defienden que “nadie puede poner en duda el sentido de pertenencia mutua entre padres e hijos”.



Los evangélicos consideran que corresponde a los padres, antes que al Estado, proteger a los hijos. Según declaraciones a Europa Press, el presidente y el secretario ejecutivo de la FEREDE, Daniel Rodríguez y Mariano Blázquez, señalan, respectivamente que “nadie puede seriamente poner en duda el vínculo natural y el sentido de pertenencia mutua que existe entre padres e hijos. Tampoco, que corresponde a los padres antes que a ninguna institución el deber y el privilegio de protegerles y proporcionarles todo lo necesario para su sano y feliz desarrollo, entre otras cosas el cuidado de su salud y la mejor educación posible”.

Un falso debate

Lamentan el “falso debate creado” al respecto y recuerdan que su postura siempre ha sido que los padres “no están solos” sino que “cuentan con la ayuda del Estado, que velará por la educación del niño garantizando el acceso de todos a una educación pública o privada de calidad”.

Algo que tiene que hacerse “de tal manera que las familias y las escuelas se vean fortalecidas en su tarea de formar en libertad, a la vez que con respeto a la pluralidad y a las competencias que las constituciones y la Declaración Universal de Derechos humanos confieren a los padres”. “De este modo, padres y Estado se reconocen unos a otros socios y colaboradores necesarios para la satisfacción de los derechos fundamentales de los niños”, ratifican.

En un comunicado creen que ha sido “desafortunado sugerir desde el Gobierno, de manera directa o indirecta, que el Estado debe proteger a los niños de sus padres; o desde la oposición y otros sectores de la sociedad, que los padres tienen que proteger a sus hijos del Estado”. Esto “dinamita la confianza y perjudica a todos, empezando por los niños, que se convierten en la principal arma arrojadiza”, por lo que piden a los políticos que no “siembren desconfianza entre el Estado y los ciudadanos; en este caso, entre la escuela y los padres”.

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