Solari: arzobispo, padre y pastor de Bolivia

El arzobispo emérito de Cochabamba fue distinguido por ser una figura paterna para los cochabambinos.

Si hablamos de Cochabamba se tiene que hablar de Tito Solari Capellari. Es que este arzobispo emérito ha sido un gran pastor, literalmente hablando. Una persona que se preocupó por sus sacerdotes y que vivió desvelado por los problemas de la gente. Quienes se lo cruzaron por su camino alguna vez lo describen como un hombre humilde, sensible y con un sentido de la paternidad extraordinario, algo que sin duda despierta al respeto, la admiración y el afecto sincero de quien tiene la suerte de conocerlo.
Seguramente, todo esto ha sido más que suficiente para homenajearlo con la distinción Padre Antonio Bertha, instituida desde hace cuatro años por el Concejo Municipal de Cercado, Cochabamba, como reconocimiento a una “figura paterna” por el Día del Padre.

“La figura paterna es la principal figura, es la más alta vocación, así como es ser madre”, dijo Solari al momento de tomar la palabra para agradecer el reconocimiento, el pasado 20 de marzo. “En la vida es algo que me ha costado asumir; pero cuando me tocó dejar mi parroquia, sentía que el corazón se me rompía: ahí comprendí lo que era un sentimiento paterno”, señaló conmovido el arzobispo emérito.

Por su parte, el alcalde del municipio de Cercado, José María Leyes describió a Solari como el padre espiritual de los cochabambinos: “Monseñor Tito ha sido un padre porque ha sabido enseñar a su rebaño (…) pero también ha sido un padre en momentos duros de la historia de Cochabamba”.

Cuando fue nombrado obispo auxiliar de Santa Cruz de la Sierra en 1986, Solari fijó su residencia en Montero –centro agrícola y cañero, el mayor productor de azúcar y alcohol de Bolivia– para estar más cerca de su gente. Su casa era continuamente visitada por personas que padecían toda clase de necesidades. Cuando se tuvo que trasladar a la ciudad de Santa Cruz, su actitud no cambió. En su casa recibía y trataba de ayudar a todos: enfermos, pobres, desocupados, estudiantes y familias que necesitaban una mano generosa. Desde aquellos tiempos Solari siempre manifestó un carácter compasivo y paternal.

Para los cruceños significó una pérdida enorme cuando en 1998 fue designado obispo coadjutor de Cochabamba, una Iglesia particular que recibía una inmensa ganancia para los pobres y necesitados, un “verdadero pastor” a quien años después el papa Francisco los graficará como “con olor a oveja”.

Educador de alma

Solari llegó a Bolivia como misionero en 1974. Fue párroco, educador y superior provincial de los salesianos en Bolivia. Luego se despidió de la Obra de Don Bosco (aunque siempre estuvo muy cerca de sus hermanos salesianos) para dedicarse a la vida episcopal; primero como obispo auxiliar de Santa Cruz, luego como coadjutor de Cochabamba, hasta que en 1999 es designado arzobispo de esa arquidiócesis, cargo que ejerció hasta 2014.

Alguna vez, siendo arzobispo, Solari definió a su arquidiócesis como “una Iglesia que tiene mucho peso en el país. Es la Iglesia que tiene más instituciones de servicio social en el país. Tiene una fuerte presencia en educación, tiene una riqueza enorme de religiosas y religiosos como en ninguna otra diócesis”. Al dejar el gobierno del arzobispado de Cochabamba, manifestó a la prensa que dejaba el cargo de arzobispo “con la pena de no haber podido hacer más por los niños de la calle”.

Como salesiano, siempre mantuvo activa su vocación educadora, incluso durante su tarea episcopal. Por eso, alguna vez manifestó categóricamente: “quiero a los jóvenes: ellos son la razón de mi vida. En los jóvenes descubro la ternura, el deseo de vivir plenamente, la apelación a buscar y descubrir el amor de Dios”.

Cuando en los noventa presidió la Comisión Episcopal de Educación, se preocupó mucho por la organización y cualificación de todas las unidades educativas administradas por la Iglesia católica, en convenio con el Estado boliviano. “Le diré una cosa –aconsejaba–, a los jóvenes hay que exigirles. La forma para hacer crecer a un joven no es darle y darle, la verdadera educación es exigir, exigir, exigir con amor, estimular el amor que ellos llevan dentro, el deseo de superación, la semilla que ya tiene en si para crecer”.

 

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