No es amor, es maltrato

dos chicas jóvenes en un taller de la Fundación Luz Casanova sobre violencia de género

La Fundación Luz Casanova atiende en Madrid a víctimas adolescentes, adultas y mayores

dos chicas jóvenes en un taller de la Fundación Luz Casanova sobre violencia de género

Dos jóvenes en un taller de la Fundación

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | En 1924, cuando Luz Casanova fundó las Apostólicas del Corazón de Jesús, soñaba una congregación en la que las hermanas debían vivir “escuchando el murmullo de los pobres”, en escuelas o albergues en los barrios más deprimidos. Presente el carisma en Perú, Bolivia, México, El Salvador, República Dominicana, Angola, Italia y España, en Madrid, desde 2007, se encarna en la Fundación Luz Casanova. Y lo hace con un sinfín de respuestas a todo tipo de problemáticas, en proyectos como un centro de día (al que accedieron, en 2015, 1.273 personas en exclusión) o un hogar para mujeres solas o con menores a su cargo (atendiendo en 2016 a 69 mujeres y 42 menores). La entidad es, además, referente en la lucha contra la violencia de género.

Una acción esta que también realizan desde muchas perspectivas, siendo el último eslabón un centro de emergencias de la red municipal en el que ofrecen alojamiento protegido a víctimas. Así lo explican a Vida Nueva en la sede de la Fundación varias trabajadoras. Elena Valverde, responsable del Área de Igualdad, señala que han seguido un proceso natural: “En nuestro albergue-comedor, ya hace 20 años, se detectó que muchas de las mujeres padecían violencia de género. Para dar una respuesta concreta, aunque ya en esos años se acompañó a las víctimas, en 2002 nació nuestra casa de acogida, con profesionales técnicos, psicólogos o educadores”. De ahí han surgido el resto de programas, en una acción global que integra todas las edades y situaciones posibles, trabajando además mucho en la prevención.

Las mayores de 65 años, víctimas invisibles

Cristina Pérez Castaño impulsa el último proyecto de la Fundación: Hazte visible, hazme visible, con el que, desde hace tres meses, atienden a víctimas de más de 65 años. Considera que, frente a esta lacra, “esta es la realidad menos visibilizada, cuando las cifras son las que son: el 13% de las asesinadas son de esta franja de edad”.dos carteles de la Fundación Luz Casanova contra la violencia de género

Para localizarlas, han de hacer un notable esfuerzo: “Normalmente, ellas no denuncian ni cuentan qué les ocurre. Llevan muchos años sufriendo esto, su situación está cronificada y se ven aisladas. Hemos de ir a sus espacios, a parques o centros de salud y culturales”. Una vez que llegan, la estrategia apenas es perceptible: “Planteamos talleres para fomentar procesos de sociabilización. Solo así conseguiremos que se abran. Por ahora contamos con tres, dos para mujeres y otro mixto”.

En este sentido, abunda Cristina, es clave la formación de los profesionales de esos centros: “Hay que trabajar mucho con ellos porque pueden detectar más fácilmente una situación oculta de conflicto”. Ella misma, que en cuatro años en la Fundación ha trabajado con adolescentes, adultas y ahora mayores, tiene una mirada propia: “Son realidades diferentes, pero el fondo es el mismo: un machismo que se expresa de distintos modos y con las mismas consecuencias. Muchas jóvenes, ocultando lo que les ocurre con su pareja, viven algo muy parecido a lo que pasaba ya hace 50 años. Ahora están mal vistos ciertos comportamientos en público, pero lo que sucede en la intimidad es otra cosa. Y ahí es donde se juega todo…”.

Talleres de prevención para jóvenes

Paula Roldán Gutiérrez está en el Programa de Prevención, para alumnos de ESO, Bachillerato y FP: “Funcionamos desde 2013 y cada vez más institutos nos reclaman. En todos nos adaptamos a su realidad y, según las indicaciones del centro, que ve dónde pueden darse ciertas situaciones, a la de cada clase”.

Desarrollan “talleres vivenciales y dinámicos, con presentaciones o escenificaciones, ofreciendo modelos positivos. Todo con la idea de que capten dónde puede estar el peligro, pues son chicas muy jóvenes que, cuando oyen hablar de violencia de género, la asocian a mujeres adultas y con hijos”. Por eso muestran indicios de que esta puede existir en su ámbito, con ejemplos reales: “Un caso es el de una chica de 16 años cuyo novio, de 21, le regala unas zapatillas carísimas. De algún modo, le hace sentirse en deuda con él… Por eso, cuando le dice ‘no te las pongas si no es conmigo’ o para ‘zorrear’, le hace dudar. Y, si discuten, se las quita y la deja descalza en la calle. Esto sí llega a las chicas, que han podido experimentar cosas así. Lo mismo cuando perciben que las controlan con el móvil utilizando un buscador para saber dónde están o les exigen fotos para ver quién las acompaña”.

Una respuesta integral

Además de en este proyecto (que hacen extensible a padres y profesores, a los que reclaman que “lo integren en el currículum del curso y le den continuidad de un modo transversal en el resto de asignaturas”), Paula trabaja desde 2015 en un programa de atención integral para víctimas adolescentes, también de la Fundación y con financiación del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Dirigido a chicas de entre 13 y 20 años, trabajan en grupos, individualmente y con sus padres, ofreciéndoles atención psicoeducativa y legal.

cartel de la Comunidad de Madrid para la campaña No te cortes contra la violencia de género prevención chicas jóvenes

Cartel de la campaña ‘No te cortes’ de la Comunidad de Madrid

“Es un espacio –explica– de prevención, donde hablamos de tipos de violencia sutil y vemos cómo son las relaciones tóxicas. Pero buscamos que sea algo amplio, donde son ellas quienes hablan principalmente”. También se forman aquí muchos profesionales, como policías que luego van a los institutos a dar charlas (el año pasado participaron 90).

Paralelamente, cuentan con una unidad de atención psicológica a adolescentes. Dirigida por Olga Barroso Braojos, es el último eslabón del programa de la Comunidad de Madrid No te cortes, para víctimas de esta edad. Olga explica que el programa se creó en 2013 “tras un estudio del Ministerio de Igualdad y la Complutense en el que se vio algo que nosotras ya veníamos detectando desde hace años: que el índice de violencia en adolescentes es similar al de las adultas. De hecho, muchas de estas ya eran víctimas en la adolescencia…”.

Poco a poco, han ido recibiendo en la unidad a más víctimas; 40 en 2013, 60 en 2014 y 90 en 2015. Las chicas vienen tras recibir el consejo de orientadores en sus institutos o, la mayoría, a través del Servicio de Atención Telefónica para la Mujer de la Comunidad de Madrid (012) o el de la Fundación ANAR (116111).

“En un 60% de las veces –reconoce Olga–, llaman los padres, preocupados por el estado de ánimo de sus hijas o porque ha cambiado su forma de vestir y no ven a sus amigas. Con ellos concertamos una primera cita en la que fijamos una estrategia para la segunda, ya con su hija. Es clave que cuando ella venga aquí no sienta esto como un centro para víctimas, pues ya no volvería. Hay que generar un espacio de confianza en el que puedan ver las cosas con perspectiva. De primeras, la reacción es defender al novio, justificándolo como protector por el mucho amor que les tiene. Ven en estas parejas mayores a chicos diferentes de los de su edad, más inmaduros”. “Lo triste –añade– es que siguen los mismos patrones de dominio que hombres de 40, aunque su deterioro es más rápido”. Una trampa en la que Olga, que lleva en la Fundación desde 2005, ha visto caer a niñas de 12 años…

Lo edificante, enfatizan Elena, Cristina, Paula y Olga, es comprobar que “la mayoría de víctimas salen adelante”. Incluso en los casos más duros, “sacan fuerzas de donde ni imaginaban tener”. Luz Casanova puede sentirse orgullosa de sus hijas. Tanto de las que trabajan en esta fundación civil de su congregación como de sus religiosas. Y es que, concluye Elena, “cuando viene alguna mujer con hondas convicciones religiosas y teme romper sus votos matrimoniales, le ofrecemos hablar con alguna de las hermanas para que ellas le trasladen una palabra de acompañamiento desde la Iglesia”.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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