‘El bar’

El bar, fotograma de la película

El bar, fotograma de la película

J. L. CELADA | Ocho individuos encerrados en El bar que da título a su último trabajo. Es todo cuanto necesita Álex de la Iglesia para alzar la persiana de una peripecia que no concede tregua. Ni a sus desconcertados protagonistas ni al espectador, atrapado también en una atmósfera irrespirable. No solo por la estética feísta marca de la casa, que atraviesa la pantalla hasta impregnar nuestros sentidos con la grasa o el olor a lejía barata del establecimiento, sino porque la pesadilla vivida en ese claustrofóbico escenario nos roba por momentos el aliento.

Un arranque trepidante, muy del gusto del realizador vasco, deja en un abrir y cerrar de ojos dos cadáveres a la puerta de una céntrica cafetería madrileña. Tras sus cristales, la clientela comienza a especular sobre lo que está sucediendo en el exterior. Circulan las hipótesis más dispares: un ajuste de cuentas, un atentado, una pandemia… Pronto lo sabremos, pero mientras iremos descubriendo a este grupo humano no menos variopinto. Y cómo sus prejuicios, manías y temores serán puestos a prueba durante la obligada convivencia en El bar.

Junto a la dueña (Terele Pávez, de nuevo metida en la piel de una hosca anciana) y su camarero (Secun de la Rosa, refrescando con su vis cómica los sofocos de este infierno), desfilan ante la cámara –a menudo en acosadores primeros planos– personajes de todo tipo y condición: una pija desubicada (Blanca Suárez), un publicista hipster (Mario Casas), una ludópata (Carmen Machi), un expolicía alcohólico (Joaquín Climent), un vendedor de lencería (Alejandro Awada) y un vagabundo entregado a las profecías apocalípticas (Jaime Ordóñez). Víctimas de un encierro que va de mal en peor, unos y otros sacarán a relucir sus miserias en forma de sospechas y desconfianza que se irán contagiando como un virus a medida que avanza la historia.

¿Y si todos tienen algo que esconder o callar? Lo que empezó siendo una inesperada cuarentena, “animada” por los inevitables brotes de desesperación y violencia, adopta el tono de metáfora acerca de un puñado de ratas de alcantarilla que apestan a miedo. El mismo que cambia a las personas o que nos muestra cómo son realmente cuando se ven sometidas a situaciones extremas (las del rodaje, desde luego, nos hablan de profesionales todoterreno).

Después de sus viajes a Oxford o Zugarramurdi, de su Nochevieja en compañía de Raphael y de otros “chispazos” que han cortocircuitado una trayectoria prolífica aunque desigual, Álex de la Iglesia regresa al hábitat donde mejor se mueve: las aguas fecales de una sociedad histérica, manipuladora, despótica y negrísima. Residuos que se desbordan también por los sumideros de esta película avasalladora y opresiva, digna aspirante al particular podio de una filmografía que todavía hoy continúan liderando El día de la bestia (1995) y La comunidad (2000).

FICHA TÉCNICA

Título original: El bar

Dirección: Álex de la Iglesia.

Guión: Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia.

Fotografía: Ángel Amorós.

Música: Carlos Riera y Joan Valent.

Producción: Álex de la Iglesia, Carolina Bang, Kiko Martínez.

Intérpretes: Blanca Suárez, Mario Casas, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jaime Ordóñez, Terele Pávez, Joaquín Climent, Alejandro Awada.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

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