Grata visita que ilusiona

Hay visitas que nos causan alegría y nos llenan de gozo, que aumentan la esperanza y fortalecen la ilusión de días mejores que los pasados. De estas visitas es la del papa Francisco a una Colombia en la que continúan fuerzas fatídicas colocando talanqueras y trabas de diverso orden con argumentos inimaginables para que todo siga como hasta ahora y nos neguemos a la búsqueda de mejores días para la patria; ante todo para los campesinos y jóvenes de caseríos y veredas, barrios populares y cinturones de miseria, primeras víctimas de un pasado fatal con responsables reconocidos.

Francisco ha conmocionado al mundo porque, como buen seguidor de Jesús, va uniendo sus palabras a sus hechos, como quien tiene autoridad y no como los leguleyos. Su fuerza y valor profético le hacen inmigrante con los inmigrantes, pecador con los pecadores, sensible ante los prisioneros, inflexible ante los pecados de nuestra querida Iglesia y profético ante los poderosos de este mundo. Nos está señalando con ello un derrotero, no solo a los católicos de este país, sino a todos los hombres y mujeres que luchan y buscan un mundo mejor que el presente.

Quiera Dios que evitemos estar preguntándonos si se incluyó o no esta región o la otra, esta ciudad o la nuestra para poder disfrutar de su palabra invitándonos a dar un paso adelante. Un paso adelante en el soporte y apoyo a todos los y las que continúan la terca pasión por un país que no siga derramando la sangre de sus hijos más pobres en función de la soberbia y amargada desidia de los poderosos y actores de la guerra.

Gracias, papa Francisco, por venir a blindar en cada corazón colombiano la capacidad de buscar hacer realidad que el Reino predicado por el adorable Jesucristo puede hacerse presente desde ya.

Ignacio Madera Vargas, SDS
Teólogo

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